Jadeos

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POV Pavel

—¿Sabías que tu hija habla ruso? —le pregunto a la linda esposa que tengo, sirviéndome un vaso de whisky—. De hecho, lo hace a la perfección, mi amor.

—Desde pequeña le gustaron los idiomas —me responde tranquila, tomando asiento—. Estuvo tomando clases de idiomas hasta los quince años.

Se cruza las piernas, dejándome ver lo torneadas que están, con su espalda recta y cara de engreída. Me tomo el líquido de mi vaso de un solo trago, sintiendo cómo me quema la garganta. Rodeo el escritorio y chasqueo mi lengua. Niego, bajo su atenta mirada azulada, niego llevándome mi dedo índice a mis labios y me planto frente a ella.

—Mientes.

—No lo hago.

Achico mi mirada, analizando a la maldita con interés. Mi verga se endurece al ver sus piernas, al notar el escote en medio de sus tetas. La muy astuta sabe cuál es mi debilidad y la está usando. Soy un hombre que disfruta el sexo, de hecho, nunca le he sido fiel a ninguna mujer en mi vida desde que tengo memoria. En mi mundo, las mujeres solo son un objeto, el cual usamos a nuestro antojo. Aun cuando se convierten en nuestras esposas, podemos usarlas y desecharlas cuanto se nos antoje. Aquí no hay tiempo para el amor, para las cursilerías que te hacen ver débil, fácil de dañar ante los demás. El más pendejo puede destruirte con tan solo apretar el gatillo en la frente de la mujer que amas. Por eso, yo no pierdo tiempo en pendejadas, porque de hacerlo, tendrían una razón para destruir mi mundo, y yo no he pasado años construyéndolo para que, a causa de una mujer, me lo arrebaten.

Pero, como todo en esta vida existen los peros, eso no quiere decir que no puedo divertirme de vez en cuando, y el Cisne encerrado en mi habitación, sin duda, es el objeto de mi más grande diversión justo ahora, y esta, la que está sentada frente a mí, mi desquite.

—Pude haberla dejado que te degollase. Estás consciente de eso, ¿verdad?

—Lo estoy. Y, aun así, no lo hiciste.

—No, no lo hice.

—Algo quieres.

Asiento sin dejar de verla.

—¿Por qué ella te desprecia tanto? ¿Qué hiciste con esa niña, Kristina?

Alza su ceja y se levanta del asiento. Como gata, avanza hacia mí, mirándome con esos ojos azules que una vez me hicieron caer.

—¿Eso te importa, mi Pakhan? —posa sus manos en mi pecho y con lentitud, comienza a desbotonar mi camisa—. ¿Acaso te importa que le hice o no, a mi hija? No me digas que ahora actuarás como el padrastro preocupado...

Dejo salir una leve risita y maldigo cuando siento su lengua pasar por mi cuello.

No me muevo, dejo que haga lo que quiera. Ella cree que me engañará una vez más, que caeré como el pendejo solo por tener un hueco en medio de sus piernas y un par de tetas. Ya sé con la clase de víbora que estoy lidiando, y cuando llegue el momento de pisarle la cabeza, lo voy a disfrutar. Por eso, no permití que mi Koroleva le cortara su cuello, porque solo yo puedo hacerlo, pero eso no quita de que la curiosidad comenzó a picarme, y cuando eso sucede, no me quedo tranquilo hasta indagar toda la verdad.

Sostengo con fuerza su cintura, la pego a mí para que sienta mi dureza, y ella suspira en respuesta. Intenta besar mis labios, pero no se lo permito, ella no merece tal consideración de mi parte. Desde hace un año, mi boca tiene dueña, y no es ella.

Besa mi cuello con ímpetu, no la detengo porque tengo una pregunta que hacer y prefiero hacerla con ella pegada a mí, de cerquita a mi rostro para oír mejor la respuesta.

Peligro Y Tentación [+21 Completa Parte I Bilogía Amores Nocivos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora