TERCERA PERSONA XXIX

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Durante el primer minuto, ninguno de los dos oponentes movió un sólo músculo mientras mantenían los ojos fijos en la nada.

Finalmente, Fineas se rascó la barbilla y sonrió ladino.

—Creo que ya fue suficiente parloteó—rió irónico—. Empecemos, hermanito.

Con un suave siseo desenvainó su espada, un arma corta de estilo griego, y se puso en guardia alzando la hoja y flexionando levemente las rodillas.

Percy endureció la expresión.

—El día de hoy dejarás de manchar el nombre de Poseidón.

Como si fuese una bala, atravesó el campo de batalla de extremo a extremo a una velocidad incalculable. Fineas cerró los ojos lechosos y frunció el ceño, como si se estuviera concentrando.

La estocada de Percy partió en pedazos uno de los camiones de comida circundantes, pero el anciano ciego permaneció intacto, apenas se había movido unos centímetros, habiendo esquivando el ataque con un ligero desliz por el suelo.

—Ese ha sido un sonido impresionante—reconoció el viejo.

No obstante, Percy ya no estaba frente a él, sino sobre su espalda, con la mirada ensombrecida y el tridente en alto.

"Como pensaba"—se dijo el chico a sí mismo—. "El viejo esconde muchos secretos tras esa barriga"

Su arma hizo silbar el viento cuando lanzó su siguiente estocada a velocidad terminal. No obstante, de alguna manera Fineas lo había esquivado nuevamente, agachándose bajo los horcones y trazando un arco con su espada al mismo tiempo.

Percy abrió los ojos de par en par y retrocedió de un salto, una herida sangrante apareció en el costado izquierdo de su abdomen.

—Contraataqué durante la apertura de tu estocada—sonrió Fineas—. Tu complexión es idéntica a la de papá. Dime, ¿me estas mirando a los ojos ahora?

El cabello de Percy se movía con el rugiente viento como olas sobre el mar, sus ojos llenos de ira contrastaban con su rostro sereno.

—Hey...—murmuró Frank—. ¿Cómo es que un viejo le está dando pelea?

—No tengo idea—respondió Hazel—. Es como si fuera alguna clase de demonio...

Fineas debería ser ciego, pero sus movimientos eran demasiado certeros. Era como si pudiera ver... no. Mejor dicho, era como si pudiera ver mejor de alguien que puede ver de verdad.

El nombre de esa técnica es...


¡¡¡BYAKUYAGAN: OJOS DE LA NOCHE BLANCA!!!


La mirada de Percy estaba cubierta en sombras.

—No me jodas...

Comenzó a caminar lentamente hacia su oponente, lento, tranquilo e imponente, como la marea. Era una ola imparable que arrollaría a todo ante él.

Luego, su lanza voló por el cielo como un rayo.

—Je...—rió Fineas.

Se ladeó un poco para esquivar el golpe, no obstante, no contaba con la explosión de vientos huracanados resultante del mismo.

Envainó su espada, se protegió con los brazos y flexionó las piernas mientras era arrastrado hacia atrás.

"¡Tiene mucha potencia!"—pensó—. "¡Es un monstruo!"

GIGANTOMAQUIA: El Hijo de NeptunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora