TERCERA PERSONA XLVIII

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Frank desenvolvió el palo y se arrodilló a los pies de Thanatos.

Percy se plantó detrás de él, con la guardia abierta y mirando a la nada mientras los fantasmas se acercaban.

Hazel soltó un rugido, Arión relinchó airadamente y ambos cargaron a toda velocidad contra Alcioneo.

El gigante lanzó un golpe con su bastón que Hazel esquivó con ayuda de su corcel, ambos acortaron las distancias y la hija de Hades lanzó una estocada con su espada con todas sus fuerzas.

Alcioneo interpuso su mano izquierda en el golpe, su cuerpo brilló, como si toda la energía del impacto estuviese siendo absorbida, y con una explosión dorada Hazel salió despedida de espaldas a toda velocidad, quedando tendida a mitad de un cráter de hielo.

—Renací para acabar con tu padre, niña—se burló el monstruo—. ¿De verdad creíste que no estaría preparado para lidiar con toda su fuerza y precisión?

Hazel gruñó y se puso de pie tambaleante. Arión llegó a su lado para que ella pudiese volver a montarlo.

—Tan sólo hemos comenzado, doradito...

Frank no se atrevió a continuar prestando atención.

Con las manos temblorosas, acercó el trozo de leña a las cadenas de la pierna derecha de la Muerte. Pensó en llamas, y la madera ardió en el acto.

Un calor terrible se extendió por el cuerpo de Frank. El metal helado empezó a fundirse; la llama era tan brillante que resultaba más deslumbrante que el hielo.

—Bien—dijo Thanatos—. Muy bien, Frank Zhang.

Frank había oído que a algunas personas les pasaba la vida ante los ojos, pero entonces lo experimentó en sentido literal. Vio a su madre el día que partió a Afganistán. Ella sonrió y lo abrazó. Él intentó aspirar su fragancia de jazmín para no olvidarla nunca.

"Siempre estaré orgullosa de ti, Frank"—dijo su madre—. "Algún día viajarás todavía más lejos que yo. Tú cerrarás el círculo de nuestra familia. Dentro de unos años, nuestros descendientes contarán historias sobre el héroe Frank Zhang, su tataratataratatara..."

Le hizo cosquillas en la barriga por los viejos tiempos. Fue la última vez que Frank sonrió durante meses.

Se vio a sí mismo en el banco de picnic de Moose Pass, contemplando las estrellas y la aurora boreal mientras Hazel roncaba suavemente a su lado, y a Percy diciendo:

"Eres un líder, Frank, un rey. Te necesitamos".

Vio a Percy desaparecer en el terreno pantanoso y a Hazel lanzarse detrás de él. Frank recordó lo solo y lo impotente que se había sentido agarrando el arco. Había rogado a los dioses del Olimpo que ayudaran a sus amigos, pero sabía que estaban fuera del alcance de los dioses.

La primera cadena se rompió produciendo un sonido metálico. Rápidamente, Frank acercó el palo a la cadena de la otra pierna de la Muerte.

Percy estaba luchando como un torbellino. De hecho... era un torbellino. Un huracán de agua y vapor helado en miniatura se agitaba a su alrededor mientras se abría paso entre el enemigo, desviando flechas y lanzas. ¿Desde cuándo tenía ese poder?

Atravesó las líneas enemigas, y aunque parecía estar dejando a Frank indefenso, el enemigo estaba totalmente concentrado en Percy. Frank no sabía por qué; entonces vio el objetivo de Percy. Uno de los fantasmas negros llevaba la capa de piel de león de un portaestandarte y sujetaba un palo con un águila dorada, con carámbanos congelados en sus alas.

GIGANTOMAQUIA: El Hijo de NeptunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora