Capítulo 5

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Era el día siguiente y mi cabeza aún estaba procesando toda la información que Somi me había dado.

Tras regresar en la motocicleta de Khalan anoche, me lancé sobre mi cama y me pregunté cómo sería capaz de enfrentarlo hoy sabiendo todo lo que sabía.

¿Acaso debería interrogarlo para que me dijera toda la verdad? Porque tras hacer suposiciones como que a él le atraía Lucas, no volvería hacerlo jamás. Necesitaba que las cosas me fueran dichas de forma simple y directa.

—Vendrás a la playa con nosotros, ¿verdad? —Lucas me devolvió al tiempo presente —Tu pálida piel grita por un poco de sol.

Si ya era la segunda persona que me lo decía, algo de razón debían tener.

—Surfearemos, nos broncearemos, construiremos castillos de arena como cuando éramos pequeños... —intentó persuadirme.

—Supongo que tendré que ir para que ninguno se ahogue como cuando éramos pequeños —comenté, recordando cómo Lucas casi pasaba a mejor vida de no haberle ayudado.

Sin embargo, los rescatistas estaban para eso. De pequeña soñaba con ser la heroína, pero ahora solo quería comprender más sobre la situación de Khalan.

La duda volvía a estorbarme y me preguntaba si no habernos besado ayer había sido lo mejor para ambos.

—Entonces, ¿me dirás cómo has logrado que Khalan te preste la motocicleta?

La realidad es que no sabía nada a ciencia exacta. Supongo que lo de ayer había sido para salvarme el trasero, pero no podía decirle eso.

—Al parecer, no confiaba en que nadie fuera tan buen conductor cómo él hasta que yo aparecí —parte de mí sí me decía que aquello era cierto. Al menos, eso quería saber —. ¿Cuándo pasará por ella?

—Luego de la playa —le dio un mordisco a mi tostada y se puso de pie —. Alístate. Salimos en diez minutos.

Aquellos diez minutos se habían convertido en treinta al quedarme viendo la pantalla de mi móvil. Nuevamente, la culpa volvía a hacerse presente en mí y eso que ni siquiera había hecho algo para sentirme de esa forma.

Quería enviarle un mensaje diciéndole que nada podía suceder entre nosotros, sabiendo que hacerlo mediante un mensaje de texto sería mucho más fácil que hacerlo al estar debajo de su cuerpo y con su boca a centímetros de distancia de la mía. Pero no pude hacerlo. No pude enviarlo.

Al llegar a la playa, Lucas corrió hacia sus amigos ya presentes y yo me aproximé a mis amigas, quienes se encontraban carbonizando su piel por la belleza cultural.

—A ustedes les vendría bien un poco de Suiza —les dije, acomodando la tela sobre la arena para que no me quemara.

Pom tomó asiento y cubrió su vista del sol con la mano para verme.

—Sí, pero olvidaste llevarnos contigo.

—No quiso hacerlo —habló Irina, quien aún se encontraba en la misma posición que hace unos segundos atrás.

—No pude —me defendí —. Pero las extrañé demasiado.

Irina se dispuso a alzar su cabeza levemente, mostrando un mínimo interés.

—¿Crees que somos tan fáciles de convencer?

No negaba que más de una vez me había funcionado.

—Porque estarías en lo cierto —Pom se lanzó a mis brazos y, acto seguido, la morena se unió —. No haremos preguntas que es evidente que no quieres responder, pero no vuelvas a dejarnos, Bri.

DOMINANTE (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora