Un repentino movimiento contra mi barriga me despertó de mi sueño nocturo y, aún dificultándome abrir mis ojos aunque sea un poco, descendí la mirada. No me fue tan difícil reconocer a Sally habiéndose buscado la comodidad justo a mi lado, y le di una suave caricia. Al parecer, quería arrebatar mi espacio en la cama, por lo que decidí que unirme a Khalan no sería un plan que odiaría en lo absoluto. Al estirar la mano hacia él, tan solo me encontré con cobijas y cojines. Al voltearme, no había rastros de su presencia.
¿Dónde había ido? Cogí el móvil sobre la mesa de noche y visualicé que eran las cuatro de la madrugada. Si bien Khalan frecuentaba despertar temprano, jamás lo hacía a esta hora. Incluso era inusual que no me despertara a mí también con sus besos.
Acomodé a Sally y sus diez kilos en el centro de la cama, y la cubrí con la cobija. Como acto de agradecimiento, comenzó a lamer mis mano.
Jamás me había imaginado con una mascota, pero aquella pequeña bola abandonada en la calle a su suerte nos robó el corazón de inmediato. De no haber sido por la cena a la que Khalan me había obligado a ir, nuestros caminos jamás se hubieran encontrado y no quería pensar qué podría haber sido de ella. Esa misma noche, le dimos la bienvenida a nuestro hogar y, en un abrir y cerrar de ojos, ahora nos encontrábamos criando a una adolescente rebelde.
Me salí de la cama, cubriendo mi cuerpo con la bata debido a las bajas temperaturas que comenzaban a hacer, y abandoné la habitación en su busca.
Encontrarlo no fue nada difícil. Había encendido la chimenea de la sala de estar, ideal para que su iluminación me permitiera divisarlo sentado a un lado de ella con una taza de café en sus manos. Mi presencia fue imperceptible, ya que sus ojos estaban hipnotizados con el fuego frente a él.
—¿Qué haces despierto a esta hora? —pregunté tan suave como pude para no espantarlo.
Sus ojos me encontraron y sonrió, alargando su mano hacia mí para que me le acercara.
—¿Cómo has dormido?
—Mal —me apresuré a decir en tanto él dejaba la taza a su lado y palmeaba sus muslos para que cogiera lugar. Eso fue exactamente lo que hice —. Desperté sin ti a mi lado y ya me has malacostumbrado.
Sus brazos rodearon mi cintura.
—¿Estás bien? —ni siquiera se molestó en responder y tener que mentirme —¿Qué te tiene preocupado, Khalan?
—Se cumplirán dos años de su muerte.
El señor Park.
—Creí que con el pasar del tiempo sería más fácil, pero solo me doy cuenta que lo extraño aún más —expresó.
No podía comprender su dolor, pero sí empatizar con él. El señor Park había sido una excelente persona que no merecía partir de este mundo tan pronto ni bajo la circunstancia en la que lo había hecho. Sin embargo, comenzaba a creer que no existían privilegiados cuando de muerte se trataba. Sin importar cuán bueno o malo hubieras sido mientras vivías, la muerte era una ruleta rusa.
Me acurruqué en su pecho y lo abracé.
—Lo más difícil es comprender que nuestros padres no son inmortales como solíamos creer de pequeños —él asintió, estando de acuerdo —. Cada vez que extraño a tu padre, me basta con leer alguno de sus libros y encontrarlo en sus palabras. Es bonito saber que, de una forma u otra, aún sigue con nosotros.
La mirada de Khalan volvió a perderse en la fogata, y sonrió.
—Era su momento —acabó por decir —. Como dice una de sus líneas: "Las muertes más trágicas son las abruptas; a las palabras se las lleva el viento, y a los sentimientos se los encierra junto a su último aliento." Debería sentirme afortunado de haber podido despedirlo.
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DOMINANTE (+21)
RomanceCogió su cabello entre sus dedos y jaló de él, dejando su cuello al descubierto y conteniendo las ganas de atraparlo bajo sus labios. -Tú estás acostumbrada a ser tratada con cuidado, pero yo no tengo piedad en la cama, Bria. Ella descendió su mirad...