Capítulo 30

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Decirle la verdad a Khalan era exponer a Pom. De todas formas, tan sólo había sido una sospecha, no había secreto por ocultar.

—¿Por qué ha dicho eso? —indagó él, algo impaciente.

Él siempre había sido de fiar. Supongo que siempre existía una primera vez para cuestionarlo...

—El diablo tiene nombre de mujer —nombré, al coger el libro del estante.

Y ese nombre era Somi.

—Bria —habló, y percibí cómo seguía mi paso ansioso.

—Lo sé —me detuve, y cogí otro —. Zorras es mejor, ¿verdad?

—El hecho de que no estés respondiéndome me acojona un tanto —me lo arrebató de la mano, y acorraló mi cuerpo entre el suyo y el estante. En el intento por brindarle una mirada inocente, él entrecerró sus ojos sin apartarlos de mí —. Bri, ¿estás embarazada?

—¡No! —chillé, espantada.

—¿Cómo que no? —quiso saber, y optó por el silencio mientras se lo veía pensativo —¿Quieres abortar?

—Quiero decir que no era mío.

—¿El bebé? —todos los nervios me desaparecieron al querer romper en risa —En todo caso, eso debería decirlo yo. Estoy seguro que la biología no funciona como crees.

Y, aunque lo intenté tanto como pude, no fue suficiente. Comencé a reír tan fuerte que Khalan me observó como si hubiese enloquecido.

La palma de su mano tocó ligeramente mi frente, y continuó viéndome con desconcierto.

—Me refería a la prueba de embarazo —expliqué —. No era para mí.

—¿No era para ti? —repitió, procesando la información —Entonces, no has sospechado que podrías estarlo.

Negué, y su cuerpo se relajó al descomprimir sus pulmones del aire contenido.

Ya no quedaba absolutamente nadie que no supiera lo nuestro. En cuestión de horas, el secreto que tan oculto habíamos intentado mantener, había caído en orejas ajenas y conocidas. En parte, me aliviaba que ahora me quedara la parte de aclarar las cosas.

—Eso quiere decir que lo estamos haciendo bien —mencionó, una vez se recompuso.

Sonreí.

—Oh, sí —comprendí con qué intenciones lo había dicho, pero estaban algo apartadas de las mías —. Lo hacemos demasiado bien.

Al entrecerrarse sus ojos bajo su inspección, una diminuta mueca de lado estaba dibujada en sus labios mientras mis manos se enredaban en su nuca.

—Aunque creo que podríamos perfeccionarlo un poco más —acercó su rostro al mío, y su boca rozó la mía —, ¿no crees?

Me preguntaba si, algún día, dejaría de ponerme tan nerviosa cada vez que se acercaba demasiado a mí. ¿Acaso de esto iba estar enamorada? ¿Sonreír como una idiota cada vez que lo veía y reír por cada cosa que hacía?

Por dios. Acabé convirtiéndome en aquel pastelito esponjoso que tanto había aborrecido por años.

—Habla antes de que te bese —me regresó a la actualidad —. Te has ido por unos segundos. ¿En qué pensabas?

—¿Cómo me declararías tu amor?

Frunció su ceño.

—Te besaría frente a Lucas.

Negué.

—A mí —dije —. Cómo me lo declararías a mí, no al mundo entero.

—Te diría que te amo mientras disfruto del manjar entre tus piernas.

DOMINANTE (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora