Capítulo 12

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—¿Qué haremos esta noche? —el entusiasmo de Lucas fue un tanto detestable —Podríamos invitar a Gio y a Hugo, así como a Irina y Pom.

—Me gustaría algo de tranquilidad, por una vez —habló Khalan —. Si quieres planear algún tipo de fiesta, no será en mi casa.

Mi hermano lo observó como si no lo conociera.

—¿Desde cuándo te has vuelto tan anticuado?

—¿Y tú desde cuándo te has vuelto tan molesto? —intervine —Ya deja de intentar que los demás hagan lo que tú querrías.

Un silencio incómodo nos envolvió en la sala, pero no me arrepentía de haber dicho aquello. De una forma en que no había podido enfrentar a Lucas, esa fue la más cercana que me había atrevido.

—¿Eso quiere decir que no los convenceré de tener una fiesta que ya he planeado aquí por completo? —quiso saber.

Tanto Khalan como yo le lanzamos dagas con la mirada.

—Más te vale cambiar tus planes y organizarla en otro lado, o serás tú quien enfrente a Wonhee cuando regrese —lo amenacé.

—Yo... —tragó grueso y cogió el móvil del bolsillo trasero de su pantalón —. Yo me encargo.

Tras algunos minutos de verlo tecleando en la pantalla, finalmente, se decidió por soltar alguna palabra.

—Haremos la fiesta en la casa de Pom —informó sin siquiera vernos —. Están invitados.

—Paso —Khalan se me adelantó —. Prefiero quedarme descansando.

Lucas posó su mirada sobre mí, esperando mi respuesta.

—Tengo deberes con los que cumplir —me zafé.

Sus ojos viajaban de Khalan hacia mí, y de mí hacia Khalan como si estuviera roto.

—¿Se quedarán ambos? ¿Solos? ¿Juntos? —su interrogatorio era más razonable de lo que me gustaría admitir dada la promesa.

—Ni siquiera me enteraré de su presencia aquí —intentó tranquilizarlo —. Es como un fantasma para mí.

Rodé mis ojos, sumándome a su clara mentira, y la risa de mi hermano llegó a mis oídos.

—Me alegra saber que las cosas no han cambiado entre ustedes —se encaminó hacia la puerta de salida, cogiendo su chaqueta en el camino —. No me extrañen y hagan el intento por no matarse.

Aquello fue lo último que dijo antes de desaparecerse de nuestras vistas. Permanecimos algunos largos segundos en silencio, casi como si ambos temiéramos que Lucas fuera a cambiar de opinión y regresar, hasta que decidimos romper con la incomodidad.

—¿Tienes hambre?

Su pregunta me hizo dudar, por lo que entrecerré mis ojos al verlo y sonreí.

—¿Acaso es una pregunta capciosa? —quise saber.

Él largó una carcajada por lo bajo.

—¿Comer personas te parece normal?

Contuve la risa —, ¿Y tú? ¿Tienes hambre?

Su mirada se fijó en mí, viéndome con diversión y aproximándose más y más hacia mí.

Imaginarnos juntos era excitante, pero más lo era resistirnos hasta ya no poder contenernos más. En tanto él se acercaba a mí, yo me apartaba de él. No fue hasta que sentí el borde de la piscina en mi talón que ambos nos detuvimos. Sus ojos cafés ahora iban teñidos de la luz azul que provenía de la piscina, y me deshice de mi calzado.

DOMINANTE (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora