Capítulo 18

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Al adentrarnos a mi habitación, cerré la puerta con seguro y sus brazos rodearon mi cintura por detrás.

Estar con Khalan, ya fuera de forma sexual o como una simple compañía, era diferente a estar con cualquier otro hombre. Con él podía ser yo misma; conocía mi peor y mi mejor versión, y no temía decir o hacer algo por miedo a que fuera a juzgarme por ello. Sin embargo, por mucho que lo conociera, sentía que había cosas que quería mantener alejadas de mí, por alguna razón.

—¿En qué piensas? —me habló al oído, y a eso me refería con que me conocía mejor que nadie —¿Crees que no deberíamos de haber venido?

Me volteé a verlo y ahora sus manos pasaron a ocupar lugar en mi trasero.

—Cuando me marché a Suiza, había noches en las que me era imposible conciliar el sueño y, si lo lograba, acababa teniendo pesadillas —hablé —. Los detalles no son necesarios, pero acabé teniendo sexo con alguien y me ayudó a dormir luego.

La confusión era visible en su ceño fruncido.

—¿Por qué me cuentas eso, Bri?

—Porque cada vez que tienes tus pesadillas acabas besándome, Khalan —cogí su rostro entre mis manos —. Tendrás tus motivos para no querer contármelo y lo respeto, pero me hubiese agradado tener a alguien que me ayudara a liberar todo la tensión acumulada cuando también me sucedía a mí.

Aclaré mi garganta.

—Además, ni que fuera un castigo para mí ayudarte de esa forma.

Acomodó el cabello detrás de mi oreja y relamió sus labios. Sin importar lo que hiciera, cada una de sus acciones me hacían sentir cada vez más inestable en cuanto al deseo hacia él. Como era costumbre oír y jamás creí que yo lo diría, Khalan me traía loca.

—No tendrías que haberlo tolerado sola —me hubiera agradado pensarlo así en aquel entonces —. Olvidaste que no todos iban a juzgarte.

Asentí.

Porque yo me estaba juzgando a mí misma por lo que había hecho, creí que los demás también lo harían.

—¿Tú no lo habrías hecho? —quise saber.

—No lo hice —respondió —. Me enfadó estar en Jeju y que, de no haber sido él, podría haber sido yo.

Los hombres y su deseo por competir contra otros hombres cuando se trataba de mujeres.

—De haber sido tú, hubieses sido el culpable por el cual me habría marchado.

Negó con la cabeza.

—Yo jamás hubiese permitido que eso sucediera —cogió mi trasero entre sus manos y me recogió del suelo —. Ni permitiré que vuelva a suceder.

Khalan me reposó sobre la misma cama en la que habíamos dormido ayer y acercó su boca a la mía, tentándome como si ya no la hubiera probado antes. Sus ojos se desviaron hacia mi hombro mientras deslizaba la parte del vestido para dejarlo al descubierto, y lo acarició con la yema de sus dedos.

—Lamento informarte que eso no depende de ti —informé.

Sus labios dejaron un beso en mi hombro y se regresó a mí, tanteando mi boca sin besarla.

—Entonces, supongo que tendré que darte motivos para que te quedes.

Atrapó mis labios con ferocidad y la sensación de sentirlos familiares era inigualable. Por primera vez, volvía a estar por más de una ocasión con la misma persona y es que nadie me había hecho sentir tan cómoda y bien como Khalan.

DOMINANTE (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora