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Harry estaba en su nueva habitación, acostado en su cama, listo para rendirse ante Morfeo —broma de semidios— mientras reflexionaba sobre su noche.

Después de que el sombrero dijera "Slytherin" en voz alta, Harry experimentó por primera vez en su vida aquello de ser 'querido' en un lugar, esta vez fue recibido en la mesa verde y plata con vítores y aplausos, las demás mesas quejándose decepcionadas. Cuando Harry llegó al campamento y fue llevado a la cabaña once, todos los niños ahí se habían quejado de él, porque había alguien más con quien compartir un pedazo de suelo o una pasta de dientes.

También, era la primera vez en un año que tenía tanto espacio y privacidad para sí mismo, sin todos esos niños amontonándose sobre él y a sus costados. Por el contrario, la habitación en la que estaba era espaciosa para los tres niños que la compartían.

Apenas eran seis niños y cuatro niñas en Slytherin, por lo que los dividieron en tres-y-tres y dos-y-dos, a Harry no le hubiese importado tener que compartir también la habitación con Zabini, Crabbe y Goyle, seis era definitivamente menos que los habituales treinta y tantos niños amontonados en una cabaña con menor capacidad que aquello.

Aunque Theodore y Draco eran muy agradables, no tan inocentes como los dos grandotes ni tan bromistas como lo era Zabini, Harry estaba perfectamente bien con el arreglo que tenían en ese momento.

Entonces Harry durmió, felizmente ignorante del significado de su sueño. O tal vez lo sabía, muy en el fondo de su corazón lo sabía, por la manera en la que estaba inquieto en su sala común bajo el lago negro, en la forma en que le tenía tanto miedo a la oscuridad, como si lo consumiera.

Por la mañana, al despertar, no recordaba nada, ni su sueño sobre tormentas eléctricas, ni de sus sospechas sobre su descendencia.

-

En la sala común ya los estaban esperando los prefectos de la Casa, Gemma Farley les sonrió de manera amistosa y les pidió que se formaran en una fila por estatura para llevarlos de forma ordenada al Gran Comedor.

Harry, para su absoluta vergüenza, quedó hasta el frente de la fila, siendo el más bajito entre los diez. Después de él fue Tracey, Pansy, Theo y Daphne, seguidos por Blaise, Draco, Vincent, Millicent y Gregory.

Harry comenzó a caminar detrás de Gemma y de Andrew, se sintió bien en la posición de poder, aunque fuese más imaginaria que literal. Liderar hipotéticamente a un grupo de niños no debería de sentirse tan natural, sin embargo, así era su vida ahora y por los próximos días, hasta que todos aprendieran adecuadamente los caminos a todos lados en Hogwarts.

—En unos momentos, nuestro jefe de casa, el profesor Severus Snape, pasará para darles sus horarios escolares. Debido a que son de primer año, estos no se les envían junto a sus cartas de Hogwarts, pero a partir del siguiente año no ocurrirá.

Harry se sentó al inicio de la mesa, hablando del extremo más cercano a la mesa de los profesores, a su derecha —su mano con la que escribía era derecha... ¿correcto? — se sentó Theodore y frente a él se sentó Draco, a lado de Draco estaba Daphne y después Crabbe y Goyle, seguido de Millicent. A lado de Theo estaba Pansy, Blaise y Tracey... por algún motivo a Harry le agradaba esa disposición de lugares, a palabras de Andrew, era muchísimo mejor que se mantuvieran en grupos grandes, de cinco o de tres, era más difícil para los matones molestar de esa manera.

Tenían que ser un frente unido, dijo.

Millicent había notado la noche anterior que Harry disfrutaba de las cosas dulces, así que la miel que estaba cerca de ella terminó al otro extremo para estar más próxima a Harry, eso le calentó el corazón, en la mesa de Hermes era absolutamente ignorado y los pequeños gestos de sus compañeros de año eran muy lindos.

Mr. Lightning [Hiatus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora