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Harry tenía diez años cuando su carta para ir al colegio Hogwarts le llegó, fue un día que marcó la diferencia, ya que sus creencias de que era hijo de Hécate se multiplicaron diez veces.

Luke, el actual consejero de la cabaña once, le dijo que eso no quería decir nada, pero que si lo hacía feliz que entonces pensara lo que quisiera. Harry nunca quiso golpear a alguien más de lo que quería con ese niño entrometido, pero se contuvo, no le iría bien con los de Hermes si hacía lo que su corazón dictaba.

Luke era un niño reclamado, después de todo, no entendía el desespero que sentían aquellos a los que realmente no le importaban lo suficiente a sus padres como para que reconocieran, o que dijeran un simple y vergonzoso "oh, vaya, me acosté con tu madre o padre y ahora te tengo, felicidades, eres mi hijo".

Harry no tenía padres, no su progenitor divino, no su progenitor mortal. No tenía nada en que apoyarse.

Luke no parecía entender eso, que al menos fue lo suficientemente afortunado para que su padre notara y reconociera su existencia.

Hacia un año que había llegado al campamento, las esperanzas eran nulas, contando que se había convertido en un permanente desde que a mitad del invierno sus tíos lo habían echado de casa por una de sus rarezas.

Había habido suficiente tiempo para que cualquier deidad ahí arriba que era su progenitor divino reconociera en él las facciones determinadas de su progenitor mortal, pero, por supuesto, no había ocurrido.

Harry se estaba cansado, pero, de cualquier manera, no dijo nada, consciente de lo volátiles que eran los dioses y sus emociones, por el contrario, respondió a la carta que le había llegado del colegio de magia, admitiendo que no tenía idea de que era un mago y que vivía en los Estados Unidos, muy lejos de Reino Unido y de Hogwarts.

"...si tiene los recursos para buscarme, puedo darle la dirección de mi orfanato, aunque no estoy durante los veranos, ya que asisto a un campamento.

Si hay otra manera de llegar que no involucre subirme a un avión, ¿me la podría comunicar? Dejo también un numero de teléfono para que puedan contactarme más rápido para saber la respuesta.

Atentamente, Harry Potter".

Harry le sonrió a la lechuza antes de darle la carta y que esta partiera a gran velocidad, después se volvió para comunicarle a Quirón sobre la reciente filtración de su número de teléfono a una escuela mágica.

La respuesta de los magos llegó sorprendentemente rápido para una carta que era llevada por una lechuza, ya que dos días antes de su cumpleaños número once, Quirón recibió una llamada que era para Harry, en ella se escuchaba la voz de una mujer claramente británica, Harry había extrañado demasiado el acento que tenían sus compañeros británicos, sobre todo cuando no era la voz de los Dursley la que tenía que escuchar.

—¿Hablo con el señor Potter?

—Sí, ¿supongo que usted es la subdirectora McGonagall?

—Sí, correcto, señor Potter. ¿Espero que no haya nadie al alcance del oído?

Harry miró a Quirón, que parecía desinteresado y "distraído" en otra cosa. No creyó para nada que estuviera cuidando de sus propios asuntos, pero no importaba, literalmente era un centauro, claramente eso debía de considerarse algo... mágico.

—Para nada, señora.

—Muy bien, joven. Ahora, tiene unas opciones, pero recomiendo que las explore después de su primer año en el colegio. Puede ir a la sede de MACUSA, en Nueva York, el edificio Woolworth, y preguntar por el departamento de transporte mágico y solicitar un traslador bidireccional entre su lugar de estancia durante los veranos y el punto de aparición del Andén mágico que lleva a Hogwarts, también puede solicitar que en su residencia permanente se conecte una red flú internacional, de nuevo, con el propósito de ir entre su hogar y el Andén nueve u tres cuartos, en caso de que sus familiares estén familiarizados con la magia, por supuesto, aunque en su carta menciona que vive en un orfanato... Por el momento, yo misma seré quien solicite el traslador bidireccional por usted, aunque lo tendrá solo por tiempo limitado y solo podrá activarse en fechas especificas como el primero de Septiembre y el día que finaliza el ciclo escolar.

—¿Y para conseguir mis útiles escolares? —preguntó Harry, un poco abrumado por el aluvión de información—. Tengo que conseguir las cosas pronto, ¿no?

—Así es, me presentaré personalmente para recogerlo a usted y avisar a su tutor sobre su asistencia a un internado completamente no mágico que está claramente en Estados Unidos, por supuesto.

—Gracias entonces, señora. ¿Cuándo vendrá?

—El treinta y uno de Julio, sé que es su cumpleaños.

—Bien, le diré a mi cuidador del orfanato que me lleve al edificio Woolworth, le diré que me llegó un correo de mi escuela primaria para avisarme de eso.

—Nos vemos entonces, señor Potter. Asegúrese de estar ahí a las nueve de la mañana a su hora local.

La llamada terminó y Harry le entregó el teléfono al centauro, mismo que lo miró con diversión mal contenida.

—Un Orfanato, entonces.

Harry se encogió de hombros.

—Mis padres están muertos, señor, por supuesto que vivo en un orfanato.

Harry vio a Quirón hacer una mueca, aun no conciliando el hecho de que Harry prefería llamarse un huérfano que considerar a cuál sea que fuere su progenitor divino un padre.

—Entonces, partiremos en tu cumpleaños, espero que estes listo antes de las ocho, es un viaje un poco largo.

—Sí, señor.

Mr. Lightning [Hiatus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora