Capítulo 3. "Una gota de sangre y las cadenas se rompen"

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Capítulo 3. "Una gota de sangre y las cadenas se rompen"


-que bien- contesta mientras limpia su boca con una servilleta de seda blanca- y supongo que habrás rectificado sobre el proyecto para competir por el puesto del que hablamos ayer ¿no?- me mira amenazante. Y entonces tiemblo levemente.


-pues, si- miento, no quiero pasar otra noche como ayer. -Aunque con esto de la prueba, no he tenido tiempo de pensar en un buen proyecto- lo miro nerviosa.


- piénsalo ahora- responde bebiendo de su vaso de agua. Comienzo hiperventilar.


-bueno, quizá algo de química- lo miro- creo que sería viable crear un medicamento que acelere la curación de las heridas- no me doy cuenta de lo que dije hasta que sus ojos molestos me miran, él se levanta y se acerca a mí, me toma sin cuidado del cuello y aprieta sus dedos alrededor de él, lo miro aterrorizada y escupo las primeras palabras que vienen a mi mente- ya sabes, para los guerreros, vimos en historia y cultura de las facciones que el promedio de vida de los miembros de la facción de Osadía es mucho menor que la de cualquier otra facción, y el 46% de esas muertes repentinas es a causa de las heridas mal atendidas- termino mi discurso sintiendo sudor frio en mi cuello y frente. Él me mira. Y desliza sus manos lejos de mí.


-estoy seguro que a Jeanine le interesaría escuchar eso-


-si te parece bien, me iré a dormir ahora- él asiente- buenas noches, padre, que descanses-


-igual Elizabeth, duerme bien, sabes que hacer mañana- lo miro y bajo la mirada.


-por supuesto- contesto.


Subo a mi habitación corriendo, cierro mi puerta y me desplomo en mi cama, temblando, por poco pasa de nuevo. Lágrimas de desesperación recorren mis mejillas. No puedo seguir aquí.


A la mañana siguiente me levanto y me meto a bañar, siento una mezcla de emoción y miedo. Al salir me pongo de mi ungüento de nuevo, espero a que seque y me pongo una blusa azul rey ceñida de manga corta con cuello alto, unos pantalones ajustados negros, y unas botas negras de tacón corrido, solo por si tengo que correr, me maquillo levemente y suelto mi cabello que secado al natural cae en ondas suaves.


Bajo corriendo las escaleras, faltan 10 minutos para que llegue el vehículo que nos llevará a la ceremonia, mi padre está ya abajo, bien arreglado, leyendo el periódico.


-buen día- saludo.


-buenos días, hija- lo miro extrañada, él nunca me llama hija. -¿estás lista?- pregunta.


-sí, lo estoy-


-perfecto, el auto espera afuera- ambos caminamos a la salida, lo único que llevo conmigo es el brazalete que me regaló Kate y una foto de mi madre en el bolsillo trasero de mi pantalón. - Vas muy informal- me regaña.


-lo siento- murmuro sin saber que decir, él asiente y sonríe, lo miro aún más extrañada.

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