Capitulo 2

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El bar era conocido como el "Orfanato de tristezas" Su eslogan trataba de reflejar que en ese bar entraba la tristeza pero no salía de ahí. Las personas la abandonaban y regresaban felices a sus casas. Un claro ejemplo de lo que buscaba Sandra en sus noches de melancolía.

Siguió corriendo, esta vez su destino fue una mesa con tres hombres bromeando y bebiendo eufóricamente. Sandra vió la oportunidad perfecta para liberar su mente y se acercó a ellos.

—¡Hola chicos!—Hablaba con un tono fuerte e intentaba disimular lo exaltada que estaba mostrando una gran sonrisa al hablar.—¿Puedo sentarme con ustedes?

Los tres voltearon a verse sorprendidos de tal pregunta hecha por esa hermosa mujer, se miraron como comunicándose de este modo y todos lo aprobaron, siendo el más cercano a ella el que respondió.

—Por su puesto guapa.—Contestó muy emocionado mientras se levantaba para darle su silla.

—¿Qué gustas tomar?—Continuaba otro de los tres la conversación.—Yo te invito lo que gustes.

—Lo mismo que ustedes por favor.—Dijo ella muy seca mientras se sentaba, seguía mirando constantemente que su perseguidor no llegara.

Sus nuevos acompañantes no duraron en atenderla lo mejor posible. No iban a desperdiciar como águilas que eran, el pichón que llegó a su mesa. Ninguno se percató de la situación que pasaba con Sandra ni mucho menos de la presencia de ese ser que aunque no visible, no se alejaba en ningún momento de ella.

—¿Que haces aquí sola?, ¿te dejó plantada alguna amiga?—Quería indagar sobre su recién llegada uno de ellos mientras se acercaba a ella en plan seductor.—Lo digo porque no creo que un hombre sea tan tonto de hacerlo y dejarte aquí sola.—Intentaba ser amable pero ligador al mismo tiempo.

—No, no es eso.—Respondió aún muy nerviosa.—Solo vengo a pasar el rato.—Hablaba con un tono suave mientras miraba de reojo hacía atrás.

—Pues llegaste a la mesa correcta para pasarla de lo mejor.—Reía espontáneamente para intentar caer lo mejor posible, pero ella no le prestaba atención en lo absoluto. —¡Que no te asusten estos feos que me acompañan, yo te cuidaré bien.—Otro de los amigos quería lucirse para llamar su atención, pero no lo logró.

Sandra parecía despejarse un poco con esas risas, en otras circunstancias le hubieran desagradado sus intentos de chistes y burlas sin sentido, pero este día, soportar la voz del diablo a solas era peor que eso. 

Se relajaba un poco más aunque el temor aun le infundía muy profundamente. 

—Te ves muy nerviosa.—Continúo otro miembro en la mesa.—Un rostro tan bonito no debe preocuparse, platica conmigo, ¿Qué tienes?—La agarró de las manos tiernamente.—Sea lo que sea te ayudaré. 

—No es nada, solo estoy tensa por el trabajo. 

—Volteas constantemente como si alguien te siguiera.

Los tres empezaron a notar esto y se mostraron desconcertados. Si alguien quería hacerle daño tal vez terminarían involucrados. En el mejor de los casos sería una chica problema huyendo hasta de la policía y estar con ella podría traer repercusiones. 

—Necesitamos que nos digas que pasa.—Dijo uno de ellos ya sin burlas.

—¿Alguien te está siguiendo? 

A esta pregunta Sandra reaccionó pues era verdad pero no podía decirlo. 

Sabía en el fondo que al ser obscuro no lo imaginaba, pues por arte de magia ella era rica y una famosa escritora. Comprendía que ese momento llegaría pero ella se veía viva hasta la vejez y no en seis meses después que se había presentado este ser. 

Contando con el diablo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora