Capitulo 12

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"Días del recuerdo rojo"

Ya era tarde para su hora de dormir, acostumbraba a hacerlo a las 21:00 después de apagar el televisor. 

Se dirigió a guardar su ropa al enorme closet café que estaba enfrente de la cama, deslizó la puerta y los cadáveres que estaban colgados cayeron sobre él recordando inmediatamente porque estaban ahí. 

Cuando se incorporó, agarró uno de ellos el cual perteneció a una mujer llamada Lilith. Le hizo recordar la etapa de su niñez.

Su cadáver estaba lleno de pintura por todo su cuerpo, esta hacía una dura combinación con la sangre que quedó adherida a él. 

Su ojo izquierdo tenía clavado muy profundamente un lápiz el cual penetró hasta el cerebro y en la mitad de su rostro era perceptible la gran destrucción que sufrió al grado que ni la pintura lo disimulaba. 

La conoció en la primaria, una etapa en la que fue discriminado por ser feo. Lilith fue su compañera y siempre tuvo problemas con él, en los recreos ella siempre buscaba la forma de ofenderlo.

La ocasión que él recordaba con mayor dolor fue en la clase de pintura en primero de primaria. Estaba tan concentrado haciendo su trabajo final, el cual consistía en hacer una figura y darle color. Él eligió un payaso mientras que su compañera prefirió unas mariposas. Pero ella estuvo más atenta en los trazos y colores que él hacía con su trabajo que en su propio trabajo.

Con insultos y burlas le hizo saber que su payaso era feo como él y que no tenía ningún chiste su creación como él en esta vida, pero que estaría mejor cuando ella le ayudara a darle sentido a su obra. Tomó un lápiz y lo clavó en el ojo del payaso "Así se ve mejor.

Luego roció el resto de pinturas provocando un desastre y deformando su obra, pero el niño con lágrimas en los ojos, lo agarró con cariño y se lo llevó al recreo.

Lilith lo siguió y observó cómo jugaba con aquel payaso al que le gritaba que era su amigo. Ella lo interrumpió quitándoselo y gritando varias veces.

"¡Eso está feo!, ¡Tú estás feo!, por eso solo sabes hacer cosas feas.

El forcejeo provocó que el payaso cayera y rompiera parte de su cara con el impacto, pero nuevamente no importó para él, lo recogió y se lo llevó a casa como su mejor amigo.

Juan apretó el cadáver al recordar esto y comenzó a cantar una canción que él mismo había compuesto y que cantaba a los cuerpos ahí reunidos todas las noches.

"Mi nombre es Juan y soy esquizofrénico

No soy nada de atractivo mucho menos fotogénico

Mi mejor amigo es un payaso que me aconseja

Tiene ojos de rana y vive dentro de mi oreja

Él no habla mucho y a veces se molesta

Cuando le pregunto cosas nunca me contesta

Pero con sangre y colores se contenta

Después de quitar a su primera víctima, Juan recordó a Amelia que era el segundo cadáver en el orden que los guardó en el closet. 

Ella era muy distraída pero concreta en lo que hacía. Un día, al buscar una dirección a las afueras de la ciudad se encontró con Juan, le preguntó sobre su rumbo y este le dió una indicación incorrecta. Amelia a pesar de su desconcierto al verlo vestido de manera tan ridícula decidió acelerar y seguir el camino que le indicó.

Fue demasiado tarde cuando se dió cuenta que era un destino sin salida, las llantas se poncharon por una gran cantidad de clavos que había en el piso. 

Contando con el diablo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora