Capitulo 29

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Los éxitos por el reciente libro llegaban como frutas en los árboles en primavera. Cosechaba muchos logros, había sido un excelente libro que la había catapultado como la gran escritora del año por mucho tiempo.

Lo que Sandra desconocía era que su asistente Cristal, quien tanto le había ayudado había decidido hacer su propio libro e iniciarse como escritora. 

Ese mismo año pretendía lanzar su libro con mucha emoción. 

Después de observar el reciente éxito de su jefa, sus intentos se vieron frustrados pues nadie la toma en cuenta, nadie estaba interesado en recibir a una principiante. En el fondo sabía que debía irse de esa empresa si quería conseguir su sueño. Pero la paga era tan buena que la retenía ahí. ¿Los Sueños o el dinero? Esa era la cuestión y por supuesto siempre terminaba ganando el dinero. 

Decidio abandonar su proyecto para seguir siendo la asistente pues ahora con tanto éxito para la empresa la demanda de trabajo había aumentado considerablemente. 

—Gracias por todo su esfuerzo en la empresa y para este libro.—Agradeció Sandra a su equipo de trabajo.—Muchas productoras están ofreciendo sumas de dinero considerables por firmar el contrato para series y películas de nuestro último gran éxito. Necesitamos llenar reportes, foros, más publicidad para no perder la atención y el enfoque. Por eso les quiero pedir y a ti principalmente Cristal, que trabajen más horas obviamente con su aumento de sueldo. 

Cristal aún un poco pensativa en su fracaso por no sacar el libro, solo se limitó a responder que si amablemente sin haber puesto del todo atención.

—Claro, claro, yo haré mi trabajo.—Decía intentando entrar en la junta. 

—Gracias nuevamente y pongámonos a trabajar. 

Sandra estaba muy cambiada, más allá del cansancio físico por no dormir al disfrutar los días al límite y por las noches contar sus historias para seguir ganando vida. Su cuerpo físico debería mostrar ya los defectos de esta situación, adelgazar, palidez, ojeras, enfermedades. 

Al principio de los días esto fue así pero ahora se notaba fuerte, como si su cuerpo mental y energético tuvieran la resistencia para esa vida. Se veía madura pero también alegre, fresca y con ganas de continuar la vida. Evidentemente el saber que literalmente podría ser su último día le había provocado este cambio. 

Pero algo pasaba del control de la famosa escritora. Estaba tan metida en sus cosas que no se percataba que su asistente tenía el mismo sueño que ella alguna vez... ser una escritora reconocida.

Generalmente veía a Cristal como una persona con habilidades en lo administrativo, mismas que aprovechaba al máximo y que le habían ayuda a triunfar. Jamás se imaginó que por su mente corriera el deseo de contar historias. Nunca había externado esa idea ni tampoco se había involucrado en proceso creativo de las historias, sin duda era un secreto muy grande.

Sandra continuó con su rutina, estaba muy contenta por todo lo que había alcanzado a realizar. Solo se permitió unas horas para dormir mientras el resto de su equipo se encargaba de lo demás. Pensaba en que ellos  si tenían noches normales y aprovecharían a descansar.

Cristal por si parte también aprovechó una parte de su descanso para almacenar sus bocetos en la parte de atrás de su oficina. Aunque de momento había decidido olvidar el asunto, no pretendía descartarlo por siempre.

Sandra despertó de su siesta muy cargada de energía. Sabía que el día estaba por terminar y quería estar lo más presentable posible para el anochecer. Momento que empezaba a considerar mucho más especial que todo lo demás. 

Ella había notado ese cambio pero no se había decidido en contarlo a alguien. El hecho de tener un secreto tan grande la había consumido al inicio, pero gracias a su gran valentía y sus inmensas ganas de vivir, pudo resistir ese tormento al grado de no solo acostumbrarse, si no también superar aquello.

La noche llegaba y era hora de reunirse con el diablo al cuál ya esperaba sentada en su oficina. 

—Buenas noches Sandra.—Le hablaba con un poco más de respeto después de la plática de la noche anterior. 

—Buenas noches, estoy lista para contar la historia de hoy. 

—Te ves algo diferente me atrevo a decir.—Enfocaba su mirada cerca de ella analizandola a pesar de lo obscuro de la habitación.—Tu cuerpo físico se ha repuesto mucho, sinceramente hace semanas creí que no duraría mucho pero aquí estás. 

—Creo que somos reflejo.—Le dijo sonriente.

—¿Qué quieres decir con eso?—Preguntaba sorprendido.

—Tu semblante, tu voz, tu actitud, son muy diferentes a cuando te conocí.—Se levantó y lo analizó del mismo modo ella a él.—Tal vez que el mundo escuchara tu versión, el libro con tus palabras, mis historias, todo eso te ha hecho cambiar. 

—No se de qué estas hablado, sigo igual desde hace siglos.—Usó un tono de indignación.

—Si me atreviera a ver en tu corazón notaria que este se está volviendo bueno.—Le tocaba el pecho mientras le hablaba.—Tu energía ya no se siente tan pesada ni con ese resentimiento. 

—No digas tonterías, el bien y el mal son términos humanos. Yo no participo en eso.—Quitó su mano y se alejó.—Mi energía puede cambiar pero no es el caso, es el hecho que te estás acostumbrado a mí, lo que me molesta un poco. 

—Yo creo que mis historias te provocaron ese cambio y más aún se que lo hizo a mayor escala.—Se volvió a acercar a él para continuar la conversación.—El reciente encuentro que tuviste con Dios, el regresar al cielo te ayudó. 

-Aunque eso fuera cierto jamás lo diré en voz alta.—Se dió la vuelta para evadir su mirada.—Mejor comienza ya con tu historia. 

—Crei que evadir las cosas era algo humano…—Le dijo con burla mientras regresaba a sentarse.—Pero está bien, te contaré la historia. 

Contando con el diablo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora