El científico regresó a su habitación para tomar su maletín, uno negro y muy pesado. Se sentó mientras sacaba unos cálculos: masa, la habitación, hora, entre otras cosas que le quitaron 15 minutos de tiempo para lograrlo.
Al finalizar mostró una ligera sonrisa y se dispuso a regresar al segundo piso para visitar la habitación del esposo abusador.
Al llegar, se acercó lentamente para escuchar detrás de la puerta. Había ruido de televisión y movimiento ligero en la cama lo cual le indicaba que él seguía ahí y la esposa no había regresado.
Con un seguro abrió la perilla de la puerta y lanzó algo cerrando de inmediato la misma.
Espero no más de 10 segundos para bajar tranquilamente a la recepción.
Se encontró con otro trabajador que recién llegaba.
—Buenas noches joven.
—Buenas noches señor ¿En que le puedo ayudar?
—Desde que me hospedé aquí miré que hay un grupo de vagabundos que inundan las calles fuera de aquí.
—¡Oh señor!—Respondió inquieto.—No debe preocuparse solo están de paso, jamás se meten en el hotel ni tampoco tema por su seguridad al salir, le aseguro que dentro y fuera esta usted protegido.
—No me preocupa eso.—Respondió muy serio.
—¿Entonces señor?, si es por el mal aspectos ellos se irán muy pronto ya se han levantado varias quejas por esta cuestión y la delegación debe responder tarde o temprano.
—Tampoco es eso, permítame hablar.—Le dijo ya un poco más serio.—Sucede que necesito saber si conoces donde se agrupan, para encontrarlos, a uno en específico que se ganó mi atención y quiero darle un obsequio.
—¡Entiendo!—Expresaba el recepcionista.—Usted busca hacer una obra de caridad…Muy buena idea si me lo permite expresar.
—¿Les piden como característica para trabajar aquí hablar demasiado?
—No señor, usted disculpe.—Le respondió muy apenado.
—¿Me puede ayudar a encontrarlo?
—Creo que si.—Dijo más tímido.—Ellos suelen reunirse en la calle Obregón cerca de la iglesia a dos cuadras de aquí. Salga y a mano derecha los encontrará.
—Que sencillo, muchas gracias.
—Por nada señor, ¡Buen día!
Óscar salió sin retraso y siguió las indicaciones. Caminó rápidamente las 2 cuadras hasta encontrar la calle y ver la iglesia. Mantuvo su distancia para no ser ubicado o llamar la atención. Se sentó en una banca no con la mejor vista panorámica pero si para pasar desapercibido.
Buscaba con dificultad para reconocer al vagabundo asesino y a los demás.
Tardó 20 minutos hasta que por fin lo vió. Esta vez no con menos disciplina que cuando lo vió en la calle al asesinar al otro. Se paseaba por la baqueta sin pudor orinando por todos lados y mostrando sus órganos sexuales. Los demás le reclamaban y a otros solo les valía sus acciones.
Cuando terminó su espectáculo, nuevamente intentó pelear con alguien, esta vez con una mujer que estaba acostada en el piso tapada con una cobija.
—¿Qué haces en mi lugar?—Le dió una patada.—¡Párate de ahí!
—Dejame en paz. Este es lugar de todos.—Decía la mujer mientras se acomodaba de nuevo.—Largate tú, nadie te quiere.
—Esta es mi banqueta… ¡Fuera!—Ahora la intentaba levantar a la fuerza para quitarla.—¡Me debes respeto!
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Contando con el diablo
ParanormalSandra, la chica que decidió hacer un pacto con el diablo para obtener fama y riqueza. Se ve en la necesidad de hacer un nuevo trato con este ser para que no se lleve su alma. Descubre las historias que la joven creativa le tiene que contar cada noc...