Capítulo 19

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"Reencuentros del pasado"

Gian Mancini.

Recorro el pasillo con celeridad o con la máxima que puedo tras haber perdido una cantidad considerable de sangre. Por suerte la bala solo me perforó en el hombro, ninguna zona de vitalidad ha salido perjudicada, excepto mi nefasta actuación ante la Cosa Nostra.

Aún me resiento por no haber sido capaz de impedir que liberarán a Angelo. La bronca de mi padre en el hospital aún sigue latente en mi cabeza y el constante dolor de mi hombro con cada paso, me lo recuerda.

No sé qué me pasó. Bueno tal vez sí, fuí demasiado confiado pensando que sería tan fácil. Me sorprendió cuando los cuatro hombres aparecieron entre la neblina para liberar a su compañero, y cuando fuí a disparar a uno, todos se volcaron a protegerlo. Ese fue mi error, sorprenderme por ese acto. Provocó que recibiera un balazo, aunque no en la zona que ellos querían, ya que el "hombre" al que protegieron lo desvió.

Esa mujer me protegió en todo momento, y aún no tengo muy claro por qué lo hizo.

Ajusto el cabestrillo de mi brazo y entro en la sala de interrogaciones, donde hasta hace unos horas se encontraba Angelo Caruso, y ahora tenemos al jodido Felippo Morelli. El primer tipo intimidaba bastante, pero este es aterrador. Felippo tiene unos rasgos afilados. Su cabello negro corto contrastando con su piel más blanca que bronceada. Y su mirada, esos ojos verdosos me resultan extremadamente familiares cuando los veo tan de cerca, pero cualquier similitud a los que se parezcan se aleja cuando nos muestran la mirada más feroz que he visto en mi vida.

Sin duda nadie lo confundiría. Este hombre es el maldito mafioso más buscado del mundo y al final el traslado no ha salido tan mal, cuando hemos capturado al pez gordo.

Mi hermana está sentada delante suya, desde aquí puedo ver cómo le tiemblan ligeramente las manos mientras lee el extenso expediente de Morelli. La sala está repleta de agentes y a diferencia de Angelo, este tiene doble seguridad para evitar cualquier ataque o posible liberación.

Observa toda la sala, veo como nos analiza a cada uno, como su cabeza parece estar ideando un plan para conseguir su objetivo, en este caso, la liberación. Reprimo la sonrisa al saber que cualquier plan que quiera idear será un total fracaso. La celda en la que se quedará hasta el juicio y la sala de interrogación estará plenamente vigilada. Algún movimiento en falso y el agente a cargo se irá por patas de esta sede de antinarcóticos.

Ya cometimos un error con Angelo, esta vez, no pienso aceptar ni una sola torcedura de pata. Y menos ahora que todo ha relevado a mis espaldas. El comisario ha fallecido durante el traslado y hasta cubrir esa vacante, ahora soy yo el que dirige toda la actividad.

Me acerco a mi hermana y apoyo mi mano buena en su hombro para darle la fuerza suficiente para continuar con esta interrogación. Hay más especialistas en interrogaciones, pero en ninguno de ellos confío como en mi hermana.

— Es un placer tenerle por fin en nuestras instalaciones, Morelli. — Digo con la mayor calma posible, siguiendo su actitud indiferente, siguiendo su juego. — Siento que no hayamos sido muy hospitalarios, pero espero que entiendas nuestra postura.

Sonríe. Felippo Morelli sonríe. Una sonrisa siniestra, falsamente genuina.

— Gian Mancini. — Apoya su espalda en el respaldo de la silla y me observa. — No sabes cuánto he oído hablar de tí. Cosas entrañablemente honorables y admirables para tu querido padre. ¿Cómo se encuentra Lorenzo? — Mira a su alrededor. — Me extraña que no esté por aquí, teniendo en cuenta su obsesivo afecto por mi familia.

No me extraña que sepa todo sobre mi familia, no cuando mi padre mató al suyo hace casi quince años. No, cuando poco después, se puso a jugar al ratón y al gato con Felippo. No, cuando yo voy tras los pasos de mi padre y relevé el puesto de mi padre en ese macabro juego.

Mafia Italiana | Herederos 2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora