"De vuelta"
Gian Mancini.
Tomo un largo sorbo de mi cerveza. El sabor amargo se desliza por mi garganta, embriagándome un poco más con cada trago. Apoyo mi brazo en el reposabrazos de mi sofá mientras observo una aburrida partida de parchís entre Carlo y mi hermana.
Mi hermana parece ausente. Carlo tiene que llamarle varias veces la atención para que tire el dado. Sus pensamientos se van a algún punto que no estoy seguro de entender. Ni siquiera bebe, como usualmente ansía hacer para olvidar su trabajo y las rígidas normas de nuestros padres.
Sus severos problemas con el alcohol comenzaron con eso. Cuando apenas tenía la edad legal para hacerlo, pero nuestros padres ya la atormentaban para que siguiera sus pasos, igual que yo hice. A diferencia de ella, yo sí deseaba esto, pero ella no. Ella quería ser periodista, desde pequeña siempre pronunciaba la misma profesión cuando alguien le preguntaba, pero sin embargo, todos sus sueños se vieron truncados.
Su forma de solucionarlo fue el alcohol tras cada discusión con ellos. Él único capaz de animarla era Carlo, así que por eso cedí cuando esa amistad comenzó a más. Por el bien de mi hermana y porque confío ciegamente en mi mejor amigo para cuidarla.
Yo traté de ayudarla, de mediar entre nuestros padres y ella, pero solo la perjudicaba más, así que al final opté por buscar alternativas a Bianca, así fue como acabó siendo la mejor interrogadora del país.
— Bianca te toca.
Parpadea varias veces y luego vuelve a tirar los dados, haciendo el movimiento más estúpido, moviendo la ficha delante de la de Carlo. Mi amigo ni siquiera se inmuta, en otra ocasión habría celebrado esa decisión de Bianca, le habría chinchado y se habría puesto eufórico por tratar de sacar el número exacto para comerse la ficha, pero esta vez nada.
Carlo mira fijamente el tablero antes de tirar y negar con la cabeza. Lleva varios días decaído. Surfear ya no le emociona tanto, y eso es raro, porque es su pasión. El surf y el agua salada del mar corren por sus venas, pero lleva días en que apenas coge clases de surf y solamente va al mar para sentarse y reflexionar mirando las olas romper en la orilla.
Sé su motivo. Está mal por como se ha roto la relación con Francesca. No tuve que preguntar mucho cuando días después de la feria medieval, se presentó medio borracho en mi casa alegando ser un idiota y contando todo lo que sucedió con ella aquella noche.
Carlo tiene la manía de querer siempre que todos nos involucremos. No le gusta que nadie se quede atrás. Su personalidad bondadosa y amigable siempre ha agobiado a Francesca. Ella no es así, no le gusta relacionarse con nadie, literalmente es una loba solitaria, pero no por elección.
Le prometí hace años a Francesca que nunca contaría nada y pienso seguir cumpliendo mi promesa hasta el fin de mis días, pero cuando veo a Carlo así, me entran ganas de despojar la verdad sobre la reacción defensiva y ausente de ella.
No puedo hacer nada por ayudarlos. Ni a él, ni a mi hermana, ni a Francesca. A veces me siento mal por ser solo un simple espectador y no actuar como mi instinto protector me obliga, pero realmente no puedo hacer nada, por mucho que lo he intentado.
Hoy es miércoles, y por lo tanto día de playa. Cualquier otro miércoles normal, Carlo habría saltado de emoción, pero hoy se rehusó a ir allí, así que decidimos venir a mi casa. Yo tampoco quería ir, no cuando sabía que sería una traición a Francesca y tampoco cuando sabría que cierta rubia escurridiza tampoco acudiría.
Ha pasado una semana desde que se fue.
Carlo dijo que el viaje familiar tuvo que alargarse por cualquier motivo, así que aquí estamos. Solo los tres, sentados en el salón de mi casa.
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Mafia Italiana | Herederos 2 ©
Romance**Libro 2 de la saga "Herederos". El primer libro está completo en mi cuenta.** Pertenecer a la mafia italiana tiene sus consecuencias y Chiara Morelli las conoce. Por acuerdos del pasado, la heredera de la mafia italiana tendrá que casarse, anuland...