Capítulo 07

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"Charlas nocturnas"

Gian Mancini

Salgo de mi oficina de trabajo después de una larga jornada laboral. Recorro el pasillo despidiéndome de otros compañeros hasta que me encuentro al comisario Rossi. Él es mi superior, y a la persona que le debo todos los informes de los avances que doy respecto a la mafia.

— Buenas tardes, agente Mancini. — Me saluda. — No lo detengo mucho rato. Solo dame un breve resumen de lo acontecido en estos días.

Llevamos desde hace meses detrás de la cabeza de Felippo. Bueno, siempre hemos ido detrás de él, pero ahora en particular, estamos más cerca que nunca. Le explico que hemos hallado un radar más pequeño de donde se encuentra su producción de droga. Aún no tenemos un sitio exacto, no es fácil ir a Sicilia, así que tenemos a algunos agentes infiltrados allí, pero su tapadera debe ser totalmente secreta, ya que gran parte de Sicilia está gobernada por Felippo y toda su banda.

— Pásame las coordenadas cuando puedas, tenemos que dar con la ubicación antes de que vuelva a cambiar de almacén.

— Ahora mismo se las paso, comisario Rossi.

— ¿Y tu hermana cómo va con el capo de Cosa Nostra?

Mi hermana especializada en interrogatorios, lleva más de dos semanas tratando de sacarle información a uno de los capos de la Cosa Nostra, que atrapamos en una emboscada. El hombre lleva en silencio desde entonces, cumpliendo la maldita ley del silencio, Omertá. Dos semanas de puro silencio, no ha hablado en ningún momento desde que se capturó, ni siquiera para tratar de defenderse.

Nada.

Solo nos mira, nos detalla, como si eso fuera a servirle de algo. Va a permanecer encerrado de por vida, pero si colaborase tal vez se podría reducir un poco su condena, por colaborar con la policía.

He leído de arriba abajo el libro de Omerta, he buscado más información, pero de nada sirve. Esos juramentos de sangre son una muestra de fidelidad a la mafia y quién los rompe sufre la peor de las muertes. Un hombre de su nivel en la mafia, la mano derecha del jefe de la Cosa Nostra, jamás la incumpliría.

— No, sigue en silencio.

— Pues ya va siendo hora de emplear métodos más efectivos. — Murmura.

Se despide y se marcha. Yo prosigo mi camino hacia la salida, y en la puerta del edificio espero a Bianca. Aún sigo un poco enfadado con ella por su problema con el alcohol. Sé que muchas veces el trabajo en el que estamos te revuelve el estómago entero y la única forma de enfrentarlo es sucumbiendo a otras cosas, pero el alcohol no es una de ellas. Podría, no sé, ir al gimnasio, eso es más saludable que emborracharse cada vez que tiene una oportunidad.

— Ya podemos irnos. — Bianca aparece a mi lado. — Hoy estoy más cansada que nunca.

— ¿Has conseguido que hable?

— Nada, sigue sin soltar prenda. Así que para no pasarme otra larga mañana aburrida, en cuanto ha llegado un caso de los nacionales sobre una escena de un crimen, me he largado a ayudarlos.

— ¿Y los nacionales te han dejado? — Pregunto incrédulo, ya que suelen tener sus inconvenientes a que nosotros aparezcamos en sus investigaciones.

— No tenían más remedio, era un crimen armado por la mafia.

— No me han avisado.

— No entraba en tu jurisdicción, pero seguramente te lo releven. — Rodea el coche para entrar en el asiento del copiloto. — Todo estaba colocado de forma intencionada, y solo hay una persona que realiza sus movimientos con una pulcritud minuciosa.

Mafia Italiana | Herederos 2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora