Capítulo 10

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"La ratonera"

Chiara Morelli.

Me aferro a mi batido de chocolate, mi tercer batido para ser más exactos. Una vieja costumbre es que siempre que voy a hacer alguna misión o estoy planeando una me tomo un batido de chocolate. El azúcar me ayuda a pensar con más claridad y a relajar mi cuerpo lo suficiente como para no cometer algún movimiento en falso.

Normalmente, con un batido puedo enfocarme en la misión, pero esta vez, mis nervios están por los cielos y ni con tres batidos consigo estabilizarme.

No ayuda tampoco tener a mi hermano como un muerto viviente, desmotivado y sorprendentemente sin ganas de ir a la playa. Mañana es miércoles y por tanto toca día de playa con todos, pero Francesca sigue sin dar señales de vida y mi hermano luce más apagado que nunca.

Lo observo mientras doy mi último trago a mi batido. Está tirado en el sofá, pasando canales de un lado para otro, pero ni siquiera los mira sigue permanente perdido en sus pensamientos desde el sábado pasado.

Alejo mis problemas a un segundo plano y me siento al lado suyo en el sofá. Dejo el batido en la mesa y me giro para tenerlo de frente. Está despeinado e incluso su pelo rubio luce más oscuro que de costumbre.

— Te he dado estos días de margen, pero ya no más. — Le digo chasqueando los dedos delante de su cara para captar su atención. — ¿Qué sucedió?

Hace el amago de levantarse, pero con un fuerte agarre en su hombro lo inmovilizo impidiendo que pueda moverse para huir.

Parpadea asombrado.

— ¿Cómo has hecho eso?

— Muchos años dando clases de defensa y ataques. — Lo libero. — Ahora respóndeme.

— No debí presionarla. Sabía que no tenía que presionarla. — Forma sus manos en un puño y frunce las cejas de nuevo mostrando una rabia poco inusual en él. — Encima me dijo que no era su amigo, que nunca ha querido ser mi amiga, que solo estaba por Gian. La muy maldita me dijo eso, cuando yo soy incapaz de no tenerla en mi vida. Ni a ella ni a Gian. Son una extensión de mí y ahora resulta que era todo una falsa.

Trato de comprender sus palabras, pero no lo entiendo. Al parecer se pelearon esa noche, cosa que ya deducía.

— ¿Qué ocurrió?

— Estábamos ya allí, en la feria. Iba por delante para encontraros y cuando me dí la vuelta, la cabrona estaba corriendo como una lunática en dirección contraria. Sé que no debí haberle hablado así, pero estaba molesto de que siempre se alejase de todos y de que no confíe en mí. Y luego va y me suelta las palabras más hirientes que he oído en mi vida. Estaba dolido, Chiara. Muy dolido porque me lo esperaba de cualquiera menos de ella y le respondí de la misma forma para hacerle daño, pero Francesca ni se inmuto, realmente no le importaba una mierda.

Y le respondo lo único que sé con total confianza.

— Sí le importas.

— No me digas lo mismo que Gian, porque no, Chiara. Cuando alguien te importa no le dices esas cosas, incluso si son mentira, porque le haces daño, porque si te importa lo último que quieres hacer es causarle ese dolor.

Tenía razón, pero a veces, hay motivos en los que por mucho que te importe esa persona tratas de hacer lo correcto, lo que tú crees que es correcto. Me importa muchísimo Gian y Bianca, y aún más mi hermano, pero sé que lo que estoy apunto de hacer causará mucho dolor.

No sé cuál será el motivo de Francesca, pero estoy segura de que lo hizo con una intención. Sea cual sea lo que le dijo a mi hermano que tanto le duele tiene que tener un trasfondo, uno que me juego lo que sea a Gian lo sabe y puede que eso sea lo que mi hermano sepa y también le molesta.

Mafia Italiana | Herederos 2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora