Capítulo 18

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"Emboscada"

Chiara Morelli.

Hoy era el día.

Hoy liberaríamos a Angelo durante el traslado a la prisión.

Sorbo con fuerza el batido de chocolate. Estaba especialmente nerviosa. Siempre que había alguna misión de este estilo me ponía alterada, usualmente de adrenalina. Hoy, sin embargo, no era adrenalina lo que me predominaba, sino nervios e inseguridad.

No quería traicionar a mis amigos, no quería engañar a Bianca. Había sido increíblemente buena conmigo, me había acogido con tanto cariño que tenía miedo de perderla. De perder esa amistad que había forjado en estos casi dos meses. Tampoco quería traicionar a Gian. Me ha aportado tantísimo, ha conseguido que aprenda nuevas cosas, nuevas emociones que jamás pensé que podría sentir. Ha logrado despertar un amor en mi interior que por mucho que pase el tiempo, siempre estará latente en mis venas.

Gian.

Odio hacerle esto.

He buscado miles de alternativas, e incluso una de ellas fue ser sincera y decirle la verdad. La verdad sobre quién era, pero mi lengua siempre se adormecía cuando llegaba ese momento.

Luego estaba Carlo. Lo estaba poniendo en una situación que supondría un antes y un después en la relación de toda la vida con sus amigos.

Miro la casa de Carlo sin asimilar que puede ser hoy la última vez que la vea. Incluso si todo sale bien, no creo que tenga la valentía suficiente para enfrentarme a los hermanos Mancini. Salgo del piso, del edificio y me monto en mi coche.

Tengo que hacer una parada antes de reunirme con mi padre y los demás. Conduzco hasta el paseo marítimo, aparco y camino hasta pararme delante de la heladería donde trabaja Francesca.

Hoy está especialmente vacía. Solo dos familias toman un helado en las mesas de la terraza. Al entrar está el mostrador vacío y no hay nadie esperando a ser atendido. Suena una suave campanita cuando entro y poco después el rostro estoico de la pelinegra sale detrás de una habitación.

Se detiene cuando me ve, sus ojos buscan a mi alrededor, posiblemente a Carlo. Cuando descubre que estoy sola, frunce el ceño y sigue caminando por detrás del mostrador hasta pararse delante mía.

— ¿Ocurre algo? ¿Le ha pasado algo a Carlo?

Niego con la cabeza.

— Mi hermano está bien. — Señalo una mesa. — ¿Podemos hablar un momento?

Desde que descubrí que Francesca sabía quién soy o qué puede saber quién soy, no he dejado de darle vueltas en mi cabeza. Estos días atrás ha sido todo un caos. Bianca y Gian apenas han hecho acto de presencia al parecer han estado muy liados en el trabajo, y ya me hago una idea de con qué. Francesca se ha mantenido alejada. Carlo, Amadea y yo hemos pasado bastante tiempo juntos. Esas horas en las que hemos estado solo los tres, generalmente en la playa, ha sido catártico para mí.

Amadea me ha suplicado que quiere volver a ver a mi padre. Yo le he dicho que hablaré con él. Mi padre tras contarle todo lo que sé ahora, debe de tomar su propia decisión. No pienso intervenir. Si él no quiere volver a verla, volver a reabrir ese dolor, no la dejaré entrar en su vida. Pero si quiere volver a estar con Amadea, no seré yo quién me oponga.

¿Podríamos ser una familia feliz después de todo el dolor?

No lo sabía a ciencia cierta si sucedería, pues antes había mucho caos y duelo de por medio para llegar a ese momento.

— ¿Qué quieres Chiara? — Pregunta tras sentarse en el sofá de enfrente.

Sopeso la forma de abordar el tema. No tengo tiempo para andarme con rodeos, pero también sé que Francesca es una persona complicada de tratar y si fuerzo la situación, puede que no me cuente nada.

Mafia Italiana | Herederos 2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora