Capítulo 20

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"Cruel verdad"

Gian Mancini.

Últimamente, todo parecía ser una maldita pesadilla. Parecía una realidad alternativa, en la que nada en él tenía sentido. Mi vida había colapsado, y todo lo que antes era y conocía parecía haberse esfumado. La tranquilidad y la felicidad que me acompañaba durante el día, se había ido, para traer una ruidosa tormenta.

Ajusto mi chaleco antibalas por tercera vez. No consigo dejar los velcros como a mí me gusta, ni siquiera parece ser de mi talla. Este chaleco me aprieta más de lo habitual y eso solo me cabrea más. Hace dos días que Chiara me dejó, se marchó de mi casa, de mi vida para siempre. Desde entonces, he estado más alterado de lo normal.

Las lágrimas que debería de haber sido un consuelo para mi dolor, solo me provocó más rabia. Y toda mi rabia ahora se encontraba volcada a los malditos mafiosos. Captura a Felippo había desatado un infierno en mi vida, y ni siquiera estaba seguro de cómo había sucedido. Pero así era.

Ya no tenía tiempo para quedar con mis amigos. Había perdido a la que ya consideraba mi novia. Estaba consiguiendo que odiase a mi padre por unas razones que si me lo hubieran dicho hace años, jamás me lo creería. Incluso mi trabajo resultaba más tedioso y asfixiante.

Todo había cambiado.

— Deja que te ayude.

El rostro de mi hermana apareció delante de mí. Me quito el chaleco antibalas y me puso otro. El mío. Fue ella la que se encargó de ponérmelo bien mientras que yo solo seguía batallando en mis pensamientos.

— Te estabas poniendo el mío. — Dice riendo.

Ahora entiendo porque no atinaba a colocarlo bien. Bianca estaba siendo mi mayor apoyo en estos días. Y no solo porque fuera increíblemente la mejor hermana, si no porque el hecho de que viviéramos lo mismo los dos, estaba ayudando bastante.

Ella tampoco veía a nuestros amigos. También había perdido de un día para otro a Chiara. Y nuestro padre estaba comenzando a ser una pesadilla con patas.

— Sé que ahora mismo estamos pasando por un momento complicado en nuestras vidas. — Comienza mientras apoya sus manos en mis hombros. — Pero Gian debes centrarte, vamos a ir a la boca del lobo, y no sabemos lo que nos vamos a encontrar. No quiero que te pase nada, ¿me oyes?

Cierto. Tenía que estar concentrado, enfocado en la tarea que teníamos por delante. Una tarea desconocida y peligrosa. Una misión suicida casi para todos los que íbamos, que no éramos pocos. La gran mayoría de los federales iban a estar concentrados en un mismo sitio, algunos dando la cara y otros encubiertos.

Anoche recibimos un mensaje. Un mensaje de la Cosa Nostra. Quieren negociar. ¿Negociar? Si. No sé cuál es su idea, pero van a obtener poco de nosotros. Mi padre ya ha estado analizando la situación. Posiblemente pidan la liberación de Felippo. Cosa que jamás sucederá. Lorenzo Mancini nunca volverá a dejar que Morelli vea la luz del sol.

Entonces, ¿qué nos pueden ofrecer ellos que haga cambiar esa idea mi padre?

Poca cosa. Pero en la negociación había algo que consiguió su atención y con ello que todos los federales acudiesen para proteger la zona.

La hija de Morelli iba a estar allí. Iba a dar la cara e iba a dirigir la negociación. La mano derecha de los Morelli, nuestro ex recluso, Angelo Caruso, también iba a estar allí.

Sería matar dos pájaros de un tiro si los atrapamos. Demasiado fácil. Había algo que nos estábamos perdiendo, pero mi padre parece seguro y confiado, así que yo no era quién para poner en duda su decisión de acudir.

Mafia Italiana | Herederos 2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora