Capítulo 04

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"Adaptaciones"

Chiara Morelli.

Chateo un rato con Adri y Gabriella, quienes me liaron una monumental el otro día por haberlos dejado todo el día esperando una foto. Recibí una serie de amenazas de su parte que provocaron que toda mi piel se erizase.

Veo de reojo el cuerpo de mi hermano dando vueltas de un lado para otro por el salón, preparándose para ir a trabajar.

— ¿Segura que no quieres venir?

Han pasado varios días desde que llegué aquí y desde entonces, he ido rigurosamente todos los días que ha trabajado, con él a la playa. Y entre prácticas con otros alumnos, charlas para que la gente se anime a surfear y ordenar todo el material de la cabaña después de cada jornada laboral, estoy exhausta. Sin embargo, no me importaba. Haría lo que sea para ver a mi hermano feliz, y él parecía estarlo en ese pedacito de playa.

— Segurísima. Hoy quiero descansar un rato del mar, y además, he quedado con Bibi esta tarde.

— Cualquier cosa me llamas. — Se agacha delante de mí y me da un beso en la frente. — Me tengo que ir, pero ya sabes mi número y si por si acaso no te puedo atender, llama a Bibi que también tienes su número.

— Sí hermanito, pero no se si te acuerdas, que se defenderme perfectamente solita.

Chasquea la lengua mientras agita su mano delante de mi cara.

— Déjame ejercer el papel de hermano mayor, soy feliz haciéndolo. — Se aleja apresuradamente cuando ve la hora en su reloj. — Me marcho que voy tarde, hasta luego.

La puerta se cierra y luego oigo sus pisadas aceleradas por el pasillo del piso.

Cuando vuelvo la vista al teléfono veo el mensaje de Bibi confirmándome la hora. Han pasado varios días desde la última vez que la ví, a ella y a su irritante hermano. A Francesca la ví hace un par de días que vino a desayunar con nosotros y en un momento donde Carlo se fue a su dormitorio dijo:

— Gian está trabajando.

Me quedé inmóvil, sorprendida por esa frase. No le había preguntado, ni siquiera había salido su nombre en la conversación que habíamos mantenido minutos atrás. Aunque mentiría si dijese que no me carcomía la curiosidad por saber dónde estaba y por qué no hacía su odioso acto de presencia.

Francesca sonrió cuando vio mi mueca incómoda y justo antes de que apareciese mi hermano, volvió a murmurar tranquilamente:

— Pero Giancito no deja de pensar en ti.

Y con eso, apareció mi hermano y quedaron sepultadas esas dos frases con conversaciones triviales. Luego en la intimidad de mi cuarto, me reí como una loca por el ridículo apodo que Francesca le había dado al agente federal, y comencé a darle vueltas a sus comentarios.

Aún seguía pensando de vez en cuando en eso. Yo tampoco dejaba de pensar en él, por más que lo intentase. Recordaba cómo me había cabreado el que me insistiese para que fuese a la playa y luego me ignoró durante todo el día. Bueno, no me habló ni se acercó a mí, y por un momento pensé que sería por miedo a alguna reacción de mi hermano, pero aparté esa idea en cuanto llegó. Gian no parece de los que temen a nada. Sin embargo, sentía de vez en cuando sus miradas y podía apostar toda mi mafia a que me había dedicado más incluso cuando yo realmente no me daba cuenta.

Me giré en el sofá y el roce de la tela del sofá contra mi culo, me recordó el único momento que compartimos ese día en la playa. Lo hice a caso hecho, al darme la vuelta estando tan cerca de él. Necesitaba sentir que no habían sido imaginaciones mía toda la tensión que notaba entre nosotros.

Mafia Italiana | Herederos 2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora