después...

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Cuando la alarma de Checo sonó a las seis de la mañana pasaron varios minutos antes de que la apagara. Checo sentía el sonido, podía escucharlo taladrar su cabeza, pero, por alguna razón, le costaba trabajo moverse. Sus miembros le dolían horriblemente y abrir sus ojos se sentía como una odisea.

Al despertarse por completo se dio cuenta de que aún se sentía mal, más bien, se sentía peor. El antihistamínico que había tomado no le había servido de nada así que ahora se sentía como un trapo viejo. Su garganta le ardía como si estuviera al rojo vivo y el dolor de su cabeza se sentía como una letanía de martillazos directamente sobre su lóbulo frontal.

A pesar del malestar chasqueó la lengua, frustrado.

Tenía gripe.

Y una gripe bastante fuerte.

Charles, por el contrario, se levantó con un humor bastante bueno. Había dormido toda la noche por primera vez en varios días. Se sintió con ánimos como para tomar una ducha, lavarse bien el cabello, afeitarse y vestirse adecuadamente. Con ropa planchada. No era porque estuviera particularmente feliz, pero hablar con su madre lo había ayudado a ver las cosas desde una nueva perspectiva. Después de todo, ya le había dicho a Checo lo que había sucedido, ya se habían aclarado los malentendidos. Seguir siendo un dolor de culo mutuo no le iba a ser de ayuda a ninguno de los dos. Así que podría dar un nuevo comienzo, dejar que Checo le dijera lo que tuviera que decirle, y, comenzar a tratar de entenderse. Ese era un buen plan. Y, para ello, era imprescindible empezar completamente fresco.

Pero Checo no estaba en la sala cuando él llegó.

Lo dejó ser, tal vez llegara tarde. Charles recordaba que Checo vivía bastante lejos del hospital. Solo debía dejar que pasara la mañana. Mientras tanto, tendría que seguir enfocándose en su trabajo.

Notó que Sebastian tampoco andaba por ahí. Se acercó a Lewis quien estaba evaluando los resultados de una tomografía junto a uno de los especialistas de la sala. Los saludó a ambos y esperó a que terminaran para charlar con Lewis.

—¿Sabes dónde está Sebastian?

—Lleva toda la mañana en hematología. Fue a ver si ya estaban listos los resultados del chico de la dos y, de paso, discutirlo con el hematólogo.

Charles asintió vagamente mientras se acomodaba junto a Lewis en uno de los asientos del cuarto médico.

—Después de todo, debemos resolver ese asunto cuanto antes, el hospital podría enfrentar consecuencias legales por ese caso.- Lewis chasqueó la lengua.—Todo por culpa del imbécil ese.

—Solo es un alumno de sexto, es obvio que podría cometer un error.

—¿En serio lo vas a defender?

—Solo lo defiendo como defendería a cualquier otro alumno. Aún así, siempre recaerá algo de responsabilidad sobre nosotros por no supervisar adecuadamente su trabajo.

Lewis retiró la vista. Odiaba que Charles tuviera razón en ese momento.

—¿Y a ti que te pasa? -Le preguntó después de volverlo a mirar.—Luces mejor que ayer, ¿redescubriste donde quedaba el baño de tu casa?

—Muy gracioso, Lewis, y no, no me pasa nada.- Charles se quitó el estetoscopio del cuello y comenzó a juguetear con él, golpeando la campanilla con la uña de su dedo índice. Lewis lo miró, prestándole atención a sus gestos.

—Hay algo que te preocupa.

Charles miró la hora en el reloj de la pared.

—Ya son las diez de la mañana.

White thrill; checlerc. AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora