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Después de un rato, Checo pudo levantarse por sus propios pies y seguir a Charles hasta donde estaba su auto. El residente había tomado todo un pertrecho de enseres médicos para tratar a Checo, los cuales llevaba en una bolsa. Hicieron el viaje en silencio, solo interrumpiendo el apacible sonido del motor del auto con la insistente tos húmeda de Checo. Charles podía notar el nerviosismo en el semblante del chico, las pocas veces que habían estado a solas antes, el menor se había mostrado algo incómodo y reacio, pero ahora solo removía sus dedos, sin saber exactamente dónde poner sus ojos o sus manos, con sus labios temblando de vez en cuando, como si no se atreviera a decir algo.

Llegaron a casa de Charles en poco tiempo. Charles en un edificio cerca de la parte suburbana de la ciudad, a solo unas calles de donde comenzaba la zona de grandes casas y parques verdes perfectos para correr. Estaba amaneciendo y el sol solo dejaba caer un poco de luz sobre el paisaje. Checo había notado el cansancio en Charles. Después de todo, llevaba despierto casi toda la noche por su culpa. Seguía sin saber cómo debía interactuar con él ahora, estaba un poco confundido, sobre todo por el súbito cambio de actitud de Charles, que, aunque no dejaba de ser un cambio positivo, seguía resultando sobrecogedor.

Charles le había dado varias toallitas de papel para que tosiera y expectorara, así que Checo simplemente se había mantenido callado, tosiendo de vez en cuando, siguiendo cada paso de Charles mientras este estacionaba el auto en el sótano del edificio y sacaba las cosas que había guardado.

—¿Cómo te sientes?- la cansada voz del residente rompió el suave silencio que los rodeaba en el ascensor. Checo lo pensó. Se sentía mal. Obvio. Tenía una bronconeumonía y algo le decía que el antibiótico que estaba tomando le estaba revolviendo el estómago. El dolor en sus costillas parecía no querer ceder, pero al menos no tenía fiebre, ni esa sensación asfixiante que había sentido mientras estaba solo en su casa.

—Bastante bien.- contestó, su propia voz se oía rasposa, como si no fuera la suya.

—Debes comer algo. ¿Crees que puedas comer?- Charles rozó su frente y su cuello, como si fuera algo completamente natural, aunque, por alguna razón, la sensación de los dedos de Charles sobre su piel hacía a Checo estremecerse en más de un sentido.—¿No tienes apetito?

—No, pero puedo intentarlo.- Checo carraspeó, se sentía incómodo hablar.

—Te haré algo ligero entonces.- Charles miró hacia la pantalla donde se mostraba el piso por el que iban, pero su mente parecía estar en otro sitio. Analizaba mentalmente qué podría hacer con lo que tenía en casa, aunque ya se estaba haciendo la idea de que tendría que bajar de nuevo a comprar algunas cosas.

—¿Cómo fue que... que supiste de mí? ¿Cómo llegaste a mi casa?- le preguntó Checo, aún rehuyendo su mirada.

—Hablé con Carlos. Me dijo que estabas enfermo, así que te llamé. Obviamente no contestaste así que me preocupé más, hasta que ya no lo soporté y fui a tu apartamento. Le pedí al de seguridad que me dejara entrar.

—El señor Lee no deja entrar a nadie a los apartamentos.

—Le dije que era tu doctor, y que no contestabas el teléfono. Como él sabia que no habías salido desde el día anterior supuso, al igual que yo, que te habría pasado algo.

—Ya veo... gracias.

—De nada.- el ascensor se detuvo, haciendo que el estómago de Checo se revolviera un poco más con la sensación de la desaceleración. Alzó la vista, estaban en el piso 12.

—Ven.- Charles se adelantó, asegurándose de usar su cuerpo para evitar que la puerta se cerrara, rodeó levemente los hombros de Checo y lo guió hasta una de las dos puertas que había en el pasillo. Checo miró a su alrededor. El pasillo era pequeño. Checo casi no lo recordaba, solo había estado conscientemente allí durante los minutos que le tomó vestirse y salir, no solo salir, sino más bien salir corriendo. Ni siquiera había usado el elevador. En ese piso parecía haber solo dos apartamentos. Vio como Charles llegaba hasta la puerta e introducía el código para abrir.

White thrill; checlerc. AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora