—¡Hey, Darissa!— gire encontrándome a Richard .
Richard Montgomery, uno de las personas más nobles de la escuela, aun estando en un lugar honorable en el equipo de football y en la mesa popular. Era un chico callado pero con un glorioso abdomen marcado. Rondaban fuertes rumores de una posible homosexualidad pero él callo todo aquello justo en la reventada fiesta de Trina, cuando fue encontrado haciendo un trio con las gemelas Nelson.
—Dime—conteste liberando mi cabello de la coleta obligatoria usada en laboratorio.
—Max me pidió que te dijera que te está buscando, necesita hablar contigo.
Dibujo una sonrisa al mismo tiempo que yo fingí otra, no podía rodar mis ojos expresando que aborrecía la idea de hablar con mi novio.
No encontraba la razón por la que quería hablar, por obvias razones a él no le interesaba un resumen detallado de mi proyecto sobre el método científico que realizaba en el aislamiento de enzimas plasmáticas en alimentos, y a mí me valía un bledo como había quedado el marcador del último juego, el nuevo uniforme o quien se había lesionado en los últimos días. Aunque no me molestaría si hablara de quien se había ejercitado lo suficiente para dar todo en la cancha o en otras situaciones.
Como Stefan, los ejercitados músculos de su torso no dejaban nada a la imaginación si los observabas con detenimiento. Los había contado una y mil veces, cada vez que se notaban más mientras se estiraba tratando de tomar un respiro de las agotadoras tareas del proyecto.
Sin embargo yo no era la única que disfrutaba del otro, el aprovechaba cualquier oportunidad para tocarme y más mi cintura, un ejemplo claro fue cuando Foster nos castigó realizando el inventario de las sustancias en el almacén del laboratorio. No despegaba sus manos de mí, argumentando que me daba soporte para que no cayera de la pequeña escalera mientras bajaba los frascos de lo más alto del estante.
En ese momento y en otros más, más de los necesarios, la proposición de Stefan merodeaba mi mente y ciertamente esa era la razón por la que evitaba a Max.
Era engañarlo, engañarme a mí misma porque estaba considerando seriamente la invitación del moreno. Llegaban ráfagas de convencimientos acerca de aceptar, que era una oportunidad que no podía desechar, era algo que ambos queríamos aunque después esas mismas se escuchaban como una idiotas ideas, me arrepentiría justo en el momento que mi sentido común terminara sobre su cama, en la mía, en una alfombra o en su auto.
Las excusas se estaban agotando. Era tiempo de verlo, de enfrentarlo de cierta forma y sabía que eso conllevaría a que me reclamara por mi abandono del último mes.
Estaba en su derecho.
—¿Sabes dónde está ahora?— dije aun con mi fingida sonrisa.
—Ahora está terminando el entrenamiento— miro el reloj de su muñeca y acomodo su cabellera castaña —puede que lo alcances. Está en el campo.
—Bien, gracias— gire nuevamente debatiéndome en ir o tomar la dirección opuesta hacia mi casa. Pero la idea de verlo era más atractiva. Extrañaba ver apuesta actitud y sentir su halagadora mirada sobre mí.
—¡Darissa!— Richard exigió de nuevo mi atención.
—Dime.
—¿Es cierto que te iras dentro de dos semanas?... ¿Ya sabes, con Foster y O'pry?— cuestiono curioso.
—Sí, ¿por qué?— ahora yo era quien la curiosidad asfixiaba.
Pase mi mano por mi collar y acomode mi abrigo en espera de su aclamada respuesta.
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Really Worth It?
Teen FictionAquella imagen perfecta que se pintaba frente ella, no duraría lo suficiente. Nada lo hace. ¿Realmente valió la pena?