Capítulo 10 - Half a Heart

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~No puedo creer que tan rápido me hayas olvidado. ¿Acaso el beso de esta mañana no significo nada para ti?~ mi reacción fue desconcertante. ¿Cómo había conseguido mi número telefónico? Esto ya era acoso.

Retome la cordura que me quedaba y teclee.

~No, por desgracia no te he olvidado. Estoy trabajando en eso, no te preocupes~ evite contestar a su pregunta. Era incomoda y no tenía respuesta alguna.

Regule la temperatura y me sumergí en la bañera. Deseaba relajarme, pensar un poco en la inmortalidad del cangrejo.

En nada.

No quería saber más allá. Enfocarme en mí como siempre lo había hecho, bueno, ahora menos frecuente, claro.

Era mi momento, ninguna preocupación, pelea, sufrimiento o confusión respecto a mi vida o el ruloso con ojos aceitunados.

Sonó mi celular anunciando un nuevo mensaje. Me disputaba en verlo y contestarlo en ese mismo instante o hasta el término de mi baño.

Mi curiosidad ganaba, estaba a punto de tomar al aparato pero fui interrumpida.

"¿Le darás importancia? Ibas a cambiar, a retroceder. Date tu lugar. Si quiere respuesta tendrá espera. Tú lo dijiste, si se quiere mantenerse aceptara tu comportamiento".

Era más que obvio que tenía la razón. Yo pondría las reglas. No iba a venir a poner de cabeza mi vida con su tonificado cuerpo y sonrisa angelical. Toparía con pared. Conmigo.

Había pasado toda la noche sin apenas acercarme a mi celular.

Ya lo había hecho esperar. Debía apostarle a su juego, por más hermoso y celestial que se viera era un popular, un alma hueca como todos ellos; Yo de alguna manera era igual, pero sin la sonrisa angelical derretidora que todos ellos poseían.

Abrí el mensaje.

~A mí nunca se me olvidara. Prendiste en mi algo más que las ganas de conocerte. Paso por ti mañana a las 9.30 a.m.~ el tono autoritario que se percibía en el contenido hizo que mi interés se posara más en él.

Él era una combinación de amabilidad coqueta con un extra de perversión.

Confusión y más confusión era lo que regía mi vida desde que me había sacado de la cafetería cargando de esa manera.

Su personalidad amable, tierna, coqueta y casi adorable de nuestra salida forzada fue completada con la actitud de su mensaje para construir el hombre que cualquiera deseaba tener.

Era una caja de sorpresas, pero no era el único con trucos bajo la manga.

Podía jugar igual o mejor que él.

Los pequeños y débiles rayos del sol se asomaban en el bajo horizonte. Odiaba tener el horroroso hábito de levantarme temprano todos los domingos.

Así nos había acostumbrado mi madre. Decía que levantarse temprano en días de descanso estimulaba la mente sana.

Prefería tenerla enferma y loca. Gracias.

~No estuvo mal debo admitir. No llegues tarde~ preciso y concreto. La verdad pero sin revelar más de lo debido.

Quería ver esos ojos color verde característicos de él, reiteraban seguridad y autoritarismo.

~Era de esperar, mis labios son irresistibles que se subliman ante los tuyos. Prepárate y ponte más linda~ de nuevo con su egocentrismo. ¿Qué me podía esperar? Popular e integrante esencial del equipo de football. Era de suponer.

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