Salte. Temía por saber el remitente de la llamada. Una parte de mí se revolcó de emoción al pensar que tal vez Max podría ser y la otra aborrecía la idea.
—¿No contestaras?— Danielle mordió su rebanada de pizza, yo asentí con un nudo en mi garganta.
Tome el celular y conteste sin mirar la pantalla, no me atrevía a acertar o caer en la decepción.
—¿Ho...hola?— titubee mirando un punto fijo en la alfombra.
—¡Hola Issa! Soy Suzanne...— el alma me volvió al cuerpo pero la decepción vino con ella, no era él. No se tomó la molestia de llamar y no tenía por qué, ya disfrutaba de alguien más ¿No?
—¡Ah, hola Suzanne!— conteste rápidamente soltando un respiro.
—¿Qué tal? ¿Cómo has estado? ¿Estas ocupada? ¿Es un buen momento? Tenemos mucho que hablar— formulo velozmente apenas terminando cada frase.
Tenía esa similitud con Danielle, hablan sin parar, parlotear era como su deporte.
—mmm...bien. No, no estoy ocupada, y sí, creo que es un buen momento. ¿Cómo estás?— respondí tratando de recordar cada pregunta dicha por ella.
—¡Excelente! Me preguntaba si quieres venir a tomar el té. Hace tiempo que no hablamos, pensé que vendrías más seguido con Max...— trague bruscamente. Su voz retumbo como eco en mi mente.
Me rehusaba a ir, definitivamente no pisaría de nuevo esa casa a causa de muchas razones, Max principalmente.
-¡Suzanne, hace menos de una semana que nos vimos! Y...Y... ¿Qué te parece si mejor tu vienes a mi casa? ¿Hay algún inconveniente?
Danill me miro curiosa y señale que le contaría al terminar la llamada.
—... Claro, nos vemos. Te espero— colgué luego de indicarle mi dirección —¡Vendrá Suzanne!
—¿La hermana del idiota?— enarco una ceja sorprendida.
—La misma. ¿Te molesta?
—¡No! Claro que no. Ella no tiene la culpa de tener a un idiota como hermano- dijo con humor. Ambas reímos. No me sorprendía su comentario. Así es ella, muy expresiva en cuanto a la perspectiva que tiene de otros. La adoraba a morir.
—Lo sé. Me da lástima, porque ella debe lidiar con él todo el día. No tiene escapatoria— mi amiga asintió aun riendo.
En verdad la compadecía, yo por hechos de la vida pude escapar del susodicho.
—¿Y a qué vendrá?— hablo rumbo a la cocina llevando los trastos sucios mientras yo trataba de acomodar el tiradero que habíamos ocasionado antes de la llamada.
—Vendrá a tomar el té— puso cara de asco —¡Lo sé! Ya sé que es una antigua tradición, que tú y yo evadimos a cualquier costa. Pero todavía ella lo practica.
—¡Eugh! Ya es pasado. Ni me lo recuerdes, eso de *Tomar el té* me trae malos recuerdos. Las retorcidas risas de mis tías acompañadas del horrible sabor de las galletas que ofrecían... que debían de tener por lo menos veinte años guardadas en su armario vienen a mi mente, me torturan— sacudió su cuerpo librándose de los escalofrió que le había provocado el aterrador recuerdo.
Danielle odiaba esa estúpida costumbre tanto como yo. Es genial tomarte un tiempo para beber una relajante taza de té humeante y charlar un poco. Siempre y cuando tus acompañantes no sean insoportables e irritantes y además que no entiendas absolutamente nada de la plática. Eso pasaba en nuestra situación cada vez que realizábamos la famosa actividad, ella en compañía de sus terroríficas tías con carcajadas lascivas y yo en las pocas ocasiones con mi familia en donde no se trataban asuntos ajenos al trabajo y con códigos en ruso que ni mierdas entendía. ¿Ruso? Sé que mi padre tiene ascendencia rusa pero '¿Por qué hablar en ese idioma cada vez que conversaba con mi madre? ¿Me ocultan algo?
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Really Worth It?
Teen FictionAquella imagen perfecta que se pintaba frente ella, no duraría lo suficiente. Nada lo hace. ¿Realmente valió la pena?