A medida que nos acercábamos a la entrada de la casa, yo ya estaba formulando un plan de escape.
Estaciono el auto y me ayudo a bajar.
"Okay, yo los distraigo... y tú corres como desquiciada"
—¡Darissa!—Suzanne salto escalones abajo hacia mis brazos estrechándome fuertemente. No había mejor bienvenida que esta.
Devolví el abrazo del mismo modo, sin embargo mi semblante cambio al dirigir mi mirada a la mujer detrás de ella.
—Ella es mi madre— Max susurro y tomo mi mano, subimos los tres escalones hacia donde estaba.
¿Cómo podía hacerme esto? No era el momento para conocer a su madre... esto ya se tornaba un tanto formal.
Nuestras manos entrelazadas evitaban mi huida entre los arbustos, se vería extremadamente raro, incluso para mí.
—¡Buenos días!— salude tímidamente.
—Darissa. Ella es mi madre, Rachel— repitió y extendí mi mano para estrecharla con la suya.
Momentos incomodos vivía junto al ruloso. Situaciones que me hacían sentir insegura, fuera de mí.
—Darissa Lyndom— me presente. Recibí una grata sonrisa y me ciñó en un fuerte apretón.
—¡Un gusto Darissa, tenía unas inmensas ganas de conocerte! Max y Suzanne me han hablado maravillas de ti— comento sonriente —...pero pasa, han llegado en un buen momento, hornee galletas.
Entramos a la estancia principal, no podía creer que estaba una vez más en su hogar. Días antes jure no volver, incluso ni por Suzanne. Y heme aquí en compañía de los Westermann.
Tome asiento en uno de los sofás color camel junto con Max, y Suzanne frente a nosotros con expresión divertida.
La señora Westermann se dirigió a la cocina, aludiendo que traería una cesta repleta de galletas que tanto le gustaban a su pequeñín, Max.
Suzanne y su madre cada vez que hablaban sobre él no era más que para ponerlo en vergüenza, no sé si intencionalmente pero lo hacían.
—¡Ni te hagas ilusiones Max, las galletas son por cortesía! Mi madre solo ama a Bailey... su gato— Suzanne dijo celosa. ¿Qué? ¿Gato? ¿Dónde?
—¿Te pasa algo?— le pregunte a la chica frente a mí. Aún seguía con la sonrisa de oreja a oreja con que nos recibió.
Comenzó a reír y a patalear velozmente —¡Lo sabía! ¡Lo sabía!
Mire extrañada a Max y negó, aclarando que no entendía el extraño comportamiento de su hermana.
—¿Qué?— formule aun extrañada.
—Es obvio. ¡Lo sabía! ¡Lo sabía!— repitió sin aclarar que trataba de decir —¡Sabia que volverían a estar juntos! Sabía que el estúpido de mi hermanito lo arruinaría pero también que haría lo imposible por enmendarlo... Esto fue muy predecible. ¡Me alegro por ambos!
Max y yo no hablamos de *volver* porque ni siquiera sé si llegamos a estar juntos antes, pero claramente ahora lo estábamos, o al menos eso parecía.
—Gracias— agradecí sonrojada.
La mamá de Max regreso acompañada de Leila que cargaba una bandeja con galletas... ¡De chocolate con chispas de chocolate!, además de una tetera y un hermosos juego de tazas.
—¡Me alegro que hayas aceptado la invitación!— dijo la señora Rachel mientras Leila se retiraba.
Cada quien sosteníamos nuestra pequeña taza humeante y en mi caso un par de deliciosas galletas, en cambio Max y Suzanne se aborazaban con el postre chocolatado.
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Really Worth It?
Teen FictionAquella imagen perfecta que se pintaba frente ella, no duraría lo suficiente. Nada lo hace. ¿Realmente valió la pena?