Entre al auto. Vi al ruloso sentado en el asiento del copiloto. Su perfil, ¡Dios!, tan perfecto como la primera vez que lo vi en la cafetería.
Me hace dudar de mí.
Acerco su rostro al mío, juntando nuestros labios, haciendo contacto humedeciendo los míos. Los había extrañado, a él y a sus labios.
En todo el fin de semana no habíamos conversado. La recepción telefónica en el bosque donde fue de caza con su padre era nula.
Tome entre mis largos dedo sus rulos, alborotándolos, uniéndolo más a mí. Miles de sensaciones se encendían en mi interior, se sentían maravillosamente bien.
"¡Bravo! Caímos y no hay marcha atrás. Lo único que me consuela es el saber que esto no funcionara, que saldrás lastimada... tarde o temprano, eso te lo aseguro"
Nos separamos lentamente, yo ahuyentando la voz molesta residente en mi mente. Reí y comencé a limpiar los pequeños rastros de mi labial de sus delineados labios.
Encendió el vehículo y dimos marcha al instituto.
—¿Qué tal tu fin de semana?— pregunte buscando mi celular en el interior del bolso.
—¡Te extrañe!— dijo casi en un puchero —aparte de eso, estuvo bien. He cazado un par de venados *cola blanca*. Mi padre los exhibirá en su despacho junto a los gansos que atrapo. Magníficos atardeceres en esa cabaña. ¿Qué te parece si en una ocasión vamos?— negué encontrando el aparato sin batería.
—¡Inhumanos!— hice una mueca un tanto molesta —¿Cómo puedes ir de caza, matar y sentirte orgulloso?
—Darissa, es el único gusto que tengo en común con mi padre, debo aprovecharlo. Sin eso, ni siquiera cruzaríamos palabra, se asemeja a tu situación con tus padres— se detuvo en un semáforo, macaba rojo en nuestra dirección —No te enojes... no lo volveré a hacer, si no te parece. Buscare otra actividad que compartir con él. ¿Y tú que hiciste?
—No tiene semejanza alguna, Max. Es muy diferente... y... — di por terminado el tema paternal —nada del otro mundo, solo me da un mini infarto cuando Danielle me dio la pequeña noticia del año, no muy agradable, en fin... ¡Me cayó de sorpresa!— inmute encendiendo la calefacción. Pensaba contarle a grandes rasgos, no emitiría un detallado informe de la primera vez de nuestros mejores amigos. Ni siquiera eso yo sabía, Danill no especifico nada en concreto.
Los días estaban contados para diciembre, el fuerte viento un tanto polar revoloteaba en el ambiente la mayor parte del día. Días fríos, perfectos.
Soltó una carcajada —¡Lo hizo, el cabron!— gire observándolo, dedicándole mi típica mirada de *No digas malas palabras* —Lo siento.
—¿De qué hablas?— enarque una ceja —¿¡Tú, tú ya sabes!?
Seguía riendo y yo especulaba el motivo. ¿Hablábamos de lo mismo?
—Dime— exigí.
—Si— se limitó a decir, dando marcha de nuevo —Yo le di la idea.
¡Bravo! ¡Bravo!
Mi pulso comenzó a acelerarse. Quería golpearlo. Él es el culpable del desliz, culpable que mi amiga se deprimiera si lo de Thomas y ella no funcionara, ¿Por qué? Porque el majestuoso Max Westermann había metido la pata, solo él.
—Y antes que me reproches algo...— empezaba a detectar los momentos donde me exaltaba —ellos querían, tu bien lo sabes. Joder, no pensé que me hiciera caso. ¡Pequeño idiota!... a ambos se les cumplió su sueño— rio tenuemente acelerando.
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Really Worth It?
Teen FictionAquella imagen perfecta que se pintaba frente ella, no duraría lo suficiente. Nada lo hace. ¿Realmente valió la pena?