Capítulo 12 - Cold Coffee

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Desperté. Un edredón color azul con líneas blancas tapaba mi cuerpo.

¿Qué demonios?

Me senté sobre la cama, con la vista recorrí la decoración de la habitación. Un escritorio desordenado, prendas masculinas tiradas por todo el suelo, trofeos, pequeños autos de colección sobre repisas, más trofeos y...

¿Dónde estaba?

Mi vista reboto con una figura recostada en un pequeño sofá de dos piezas. Uno que otro rulo castaño se asomaba por encima de la manta que lo cubría.

¿Estaba en su habitación? ¿En la de Max? ¿¡SU HABITACIÓN!?

¿Cómo había llegado hasta aquí? ¿Era una pesadilla?

Mis manos temblaban, estaba entrando en pánico.

Me levante de la cama... ¡Oh por Dios! No llevaba la ropa de la noche anterior, había sido remplazada por una delgada playera y un diminuto short. ¿Qué?

No sabía qué hacer. ¿Qué haría? ¿Salir huyendo después de lanzarme por la ventana? Definitivamente no.

Estaba bloqueada, mis neuronas no maquinaban con claridad.

Tome mi ropa doblada que estaba sobre el buro, corrí despavorida entrando al baño. Me cambie lo más rápido que pude y lave mi cara. Me veía fatal, demacrada. El susto se podía leer en mi rostro.

Abrí el gabinete frente a mí. Hubiera preferido no husmear si hubiera sabido que una caja de condones era lo que guardaba dentro. ¡ASCO, era un chico debía de suponerlo... ¿Pero en la casa de sus padres?...Eugh!

Al salir del baño me topé con un cuerpo en bóxer, diversos tatuajes tintados en brazos y torso.

Santo Dios, ¿Era Max? No, no podía ser.

Admire su contorneado cuerpo y si, definitivamente el chico con cuerpo de Playboy era él.

—¿Estas bien?— formulo sosteniéndome por lo hombros. Seguía admirando, babeaba.

—¿Eh?...— reaccione tontamente —¿QUÉ SI ESTOY BIEN? Claro, ¿Por qué no iba a estarlo? Si desperté como de costumbre en un lugar desconocido. ¿Dónde estoy? ¿Cómo llegue a aquí? ¿Qué sucedió?.. ¿Tú... tú me cambiaste? ¿Cómo te atreviste idiota?— me solté de él y comencé a lanzarle golpes a su pecho.

Estaba indignada y mis golpes eran débiles.

—¡Darissa, cálmate!— me giro impidiéndome golpearlo más. Me envolvió entre sus brazos en un agarre.

Era un adicto a eso, a los estúpidos agarres. Se aprovechaba pero me gustaba.

Hiperventilaba sin control. Solo hacía que mi rabia aumentara.

—¡Ya Darissa!— pidió gritando.

—¡Déjame! ¡Max, suéltame! ¡Suéltame!

—Cállate, tus gritos retumban por toda la casa. No te soltare hasta que me escuches— forceje un poco más y me detuve.

—¿Qué sucedió?— dije calmada. Mi respiración era irregular motivo de la situación y la cercanía de nuestros cuerpos. Todo me sucedía.

—Darissa estas en mi casa. Te traje aquí porque no despertabas. Llegamos a tu casa y trate de despertarte pero nada, no habrías los ojos. Maldita sea, no sabía que hacer... parecías muerta. Supongo que estabas inconsciente y no te iba a dejar sola.

—¿Pero qué rayos? ¿Cómo que no despertaba? Eso no te lo creo idiota...— estaba alterada y trataba de soltarme nuevamente. Fue imposible estaba aprisionada contra su mariposa en el pecho.

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