Prólogo

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Para los que luchan por su felicidad.

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Jung HoSeok llevaba un total de tres años asistiendo a la academia musical de Seúl, en donde las paredes eran altas y los techos casi igual de inalcanzables que el cielo, y en donde todo mueble que llenaba su interior era de una madera rústica y oscura, por lo que se daba la ilusión de un ambiente helado, aún cuando el clima de afuera era cálido. Sus pasillos pasaban repletos de jóvenes entre catorce y diecinueve años, todos vistiendo el mismo uniforme formal y de tonalidades oscuras, y cuyos pasos resonaban aleatoriamente al pasearse por la facultad. HoSeok era uno de esos jóvenes, y le agradaba pasar y vivir allí, claro que con la compañía de su hermano, JungKook, quien era como su mano diestra en todas sus ocurrencias.

Poder asistir a esa academia era un completo privilegio para esos dos.

Había surgido una tarde de verano, ambos chicos con solo once años de edad, en la cual se la habían pasado toda la tarde con sus ojos pegados al televisor, sin mentalizar que no habían siquiera almorzado por estar admirando la transmisión del concierto orquestal de la notoria academia de Seúl. HoSeok y JungKook adoraron la música generada por aquella orquesta representativa de la ciudad, siempre siendo dirigida por el mismo hombre, considerado un prodigio artístico y musical por todos, Min Seong Gi.

Ese día, los dos pequeños se quedaron hasta tarde esperando a que sus padres regresaran del trabajo, ansiando preguntarles si podían estudiar en aquella academia para ser músicos profesionales. JungKook sostenía con emoción su clarinete como si fuese una espada, mientras que HoSeok tenía la trompeta de su madre abrazada con mucho cariño entre sus brazos, los recuerdos con ella involucrando aquel instrumento aún permaneciendo frescos en su memoria. Lo que más quería en el mundo era ser como su mamá. Un trompetista profesional. Ese era su sueño, y después de ver aquel concierto, ni una duda sobre ello restaba en su ser. Eso fue hasta que miró a los mayores negarles aquel desesperado deseo, repitiéndoles que la admisión para aquel instituto prestigioso era demasiado (demasiado) costosa para ellos, asimismo habiendo una larguísima lista de espera para jóvenes con el mismo deseo que ellos.

JungKook se sintió decepcionado, pero pasaron unos días y ya lo había superado. HoSeok, sin embargo, practicaba su trompeta todos los días por su cuenta, alimentando su esperanza con aquella pequeñita posibilidad de que la oportunidad de poder asistir a esa academia se les presentaría de alguna forma u otra. Ambos chicos siguieron viendo cada concierto que era transmitido en vivo, siempre soñando con algún día poder tomar esos puestos y ser dirigidos por el famoso Director Min.

Pero ese último sueño se deshizo en el aire el día que a ese señor, formidable y talentoso, le fallaron los latidos de su corazón, su muerte manifestándose como una verdadera tragedia a través de la metrópoli fundada. Por todas partes, los ciudadanos se preguntaban cómo sería posible que aquella reputada academia siguiera adelante con la ausencia de Min Seong Gi, el orgullo apasionado del lado musical de la ciudad. Muchas de las familias pertenecientes a la prestigiosa comunidad no lo consideraron posible, ni siquiera cuando el hijo de los dueños, Kim SeokJin, se hizo cargo de dirigir a la orquesta sobresaliente.

Con el cabo de dicho fallecimiento, se expuso el hecho que la reputación de la academia siempre había sido cargada por el lomo del director Min, pues se llegó a perder una gran porción del alumnado sin él presente, la lista de espera incluso quedando casi desocupada. Esos acontecimientos asustaron a los docentes de la facultad, y por ello ofrecieron algo que años antes jamás hubiera siquiera sido considerado.

Young & Beautiful | yoonseok |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora