♪~ Algo bonito.

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TaeHyung cubría su delgado cuerpo con sus antebrazos, pretendiendo complacerse con un poco de la calidez que su elegante suéter no le daba. Tenía su mirada fija en sus zapatos. Unos mocasines marrones y de plataforma gruesa, de los cuales sobresalían su par de calcetines favoritos, blancos y con un osito bordado a un costado del tobillo. Ese osito al que siempre acudía cuando sus alrededores se volvían demasiado insoportables.

Kim TaeHyung siempre iba a ser encontrado con la vista a sus pies. Sus ojos ocultos tras su flequillo castaño y delicado que lo separaba y protegía de todos los contactos visuales que podrían llegar a existir si se atreviese a elevar la barbilla y mantenerla en alto. Así era como Tae se hacía pasar desapercibido, confiando en esa técnica de mirar al piso, a veces tanto que sus lentes se le deslizaban por el puente de su nariz hasta caer al suelo. Pero por lo menos así se garantizaba que los otros estudiantes de la facultad no le prestarían mucha atención. Sí, lo consideraban algo extraño por lo mudo que era y por el uniforme que usaba, y por eso sí lo volteaban a ver ocasionalmente, pero al notar que el castaño caminaba con la vista en bajo, rápidamente perdían interés, y Tae no podría estar más contento con ello.

Sin embargo, había una persona en particular a quien TaeHyung había etiquetado como una excepción. Un chico de cabello negro, ojos grandes, y una sonrisa que al castaño le parecía muy bonita.

Jeon JungKook siempre se encontraba viendo en su dirección cuando se hallaban dentro de la misma habitación, jamás habiendo perdido interés en él desde que llegó a la academia.

¿Pero por qué?

Eso era lo que TaeHyung se preguntaba mientras observaba al osito de sus calcetines, porque justo entonces el azabache aficionado lo estaba viendo a unas cuantas mesas lejos de la suya. Disimuladamente, Tae siguió con lo suyo, haciendo anotaciones sobre la obra que leían para literatura, ya que pronto habría una prueba escrita sobre los acontecimientos importantes y las partes significativas en la trama.

Y JungKook, él no había planeado, ni querido, terminar en la biblioteca avanzando en sus tareas, pero como consecuencia a que su hermano ahora pasaba ocupado al estar a cargo de elegir la música de la orquesta, después de clases JungKook había acabado sólo en el dormitorio y sin nada que hacer. Y después de una hora de estar analizando la estructura del techo, y lo bien que se miraría forrado en posters, tomó la dura decisión de oponerse a la pereza e ir a trabajar.

Al final, de cualquier modo esa iniciativa por ser productivo se dio por muerta cuando en la biblioteca se encontró a TaeHyung, pues francamente no había forma de mantener la concentración en sus cuadernos cuando al frente alcanzaba a ver cómo la mejilla del castaño se abultaba al estar descansando sobre su palma. Se miraba tan apretujable y suave que si JungKook no tuviese control propio, ya mero se hubiera puesto de pie para ir a aplastarle los cachetes y besarle la nariz, pómulos, frente, ojos y hasta las orejas.

JungKook se consideraba valiente para un montón de cosas. Nunca había sido tímido en compartir abiertamente sus ideas, o en hacer preguntas en clase a pesar que había la posibilidad de que fuese considerada una "pregunta tonta". Y cuando le tocaba socializar, le venía fácil, sin pena ni angustia por lo que podría resultar de esa interacción con la otra persona, incluso si se acompaña por el riesgo de ser llamado nombres o tomado por inferior.

Ah... pero con Kim TaeHyung era distinto.

A Tae lo miraba y todo su cuerpo se helaba. Por su estómago recorría una multitud de insectos y sus ojos quedaban fijos y enormes encima del castaño. Y a JungKook le gustaba esa sensación que Tae causaba en él, erizándole los pelitos de la nuca y dándole escalofríos que bajaban por su entera espina dorsal. Pero para nada le gustaba temerle a lo que podría salir de ello.

Young & Beautiful | yoonseok |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora