♪~ Promesa de oro.

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Con un pedazo de dona en su boca y un capuchino en la mano, YoonGi no pensó que su día acabaría siendo uno ajetreado. En ese momento, las plantas decorativas tras la ventana junto a su mesa lucían igual de sosegadas a cómo él mismo se sentía a pesar de no haber dormido en lo absoluto. Seguía sin comprender muy bien la razón de su paz, o la diferencia a su perspectiva de hace un mes, pero al devorar el último bocado de su dona y tomar el último trago de su café, decidió que simplemente no pensaría sobre ello y lo dejaría ser. Estaba intentando ser feliz después de todo.

Ahora, se preguntarán cuál es el contexto de su alborotado día. Alborotado porque le tocó encabezar una carrera en contra al tiempo y él jamás corría. Fue una oportunidad inesperada, literalmente lo único que hizo fue caminar junto a la puerta del aula de álgebra en camino a la de física en el momento correcto. Estaba pensando en la trama de la película del boxeador que habían visto con HoSeok la tarde anterior, cuando escuchó a dos voces, una que lamentablemente reconoció sin dudarlo y otra que fue dificultosa. Tras reconocer la primera, su inicial idea fue escapar, pero luego algo que le interesó fue dicho.

—No, no. Tiene que ser exactamente después de clases porque a esa hora es cuando SeokJin va a comprar café.

Frenó sus pasos, relajado como su cuerpo acostumbraba a lucir. Retrocedió y con cuidado sobrante miró a través de la angosta abertura. Al confirmar quiénes eran, se apoyó contra la pared junto a la puerta para solamente escuchar.

—¿Segura que no nos verá? —preguntó SeulGi. Estrés bañaba su voz.

—Que sí, tonta. Lo he estado comprobando por tres dias seguidos, siempre a las tres en punto aparece en el café.

—Sabes que si nos encuentran con esa trompeta podríamos terminar fuera de la orquesta, ¿no?

—Lo sé, por eso tenemos que evitar que nos vean.

La muy desgraciada, pensó YoonGi, apretando la correa de su mochila con fuerza.

—Solamente hay que dejarla por la fila de metales y nos largamos —dijo la rubia. El volumen de su voz fue aumentando, por lo que trotó para disimular un falso avance en su camino a clase.

Estando sentado en su escritorio, sacó sus cuadernos, puso a un lado su cólera y tramó qué hacer. Tenía que ser preciso con el tiempo y también con lo que haría para atrapar a Haru en el acto. No podía llegar solamente él mismo porque luego SeokJin diría que no le podría dar penitencia si no habían pruebas, asimismo se quería asegurar que HoSeok supiera la verdad, pues lo último que quería era perder la confianza de su risueño predilecto.

Tras haber pasado una hora más, YoonGi salió corriendo a unos de los costados de la academia, en donde estaba una pequeña fila de escalones escondidos del resto del campus entre árboles con sus ramas enredadas. Este era el lugar de encuentro de ambos, en donde nadie los miraba tomarse de las manos para juntos encaminarse al edificio prohibido. Ahorita mismo, sin embargo, no iban a terminar en aquella habitación viendo una película. Tenían una misión que cumplir, así que al llegar a su destinado sitio y encontrar al peli café sentado en la cima, se aferró a su mano y comenzó a llevarlo con apuro al salón de música.

—Ay, ¿por qué la prisa? —preguntó, acelerando su caminar al ritmo del azabache.

—Vamos a recuperar tu trompeta.

Sus ojos se ampliaron como platos—. ¡¿Qué?! ¿Cómo? ¿Adonde?

La clase de Haru suele salir más tarde cuando se trata de laboratorios, por lo que YoonGi sabía que tenían alrededor de cinco minutos para arribar al salón de música.

—Escuché a Haru hablar con SeulGi sobre ir a devolverla al salón de música sin ser vistas —explicó, marcando el número de su tío a la misma vez.

Young & Beautiful | yoonseok |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora