♪~El monstruo roba sueños.

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YoonGi sentía cómo su pequeño trasero permanecía entumecido por culpa de las muchas horas que llevaba sentado sobre ese banco. La cabeza parecía darle vueltas al ritmo de las medidas del metrónomo.

Tak... Tak... Tak.

Tenía mucho, mucho sueño.

Las ojeras que acompañaban a sus bonitos ojos rasgados eran demasiado prominentes para un niño de su edad, pero estaban, y mientras los días seguían pasando, esas sombras iban oscureciéndose más y más.

—Inténtalo de nuevo —le exigió su madre, y él sentía que su espalda ya no daba.

Percibió cómo su madre empujó su asiento por atrás, forzando a que quedara más cerca del piano. YoonGi obedeció la petición de la mayor, levantando sus pesadas manos para tratar de presentarle correctamente esa música que no le gustaba, compuesta no por su padre, sino por un hombre muerto que tenía nombre de perro.

Se volvió a equivocar.

—Otra vez —repitió.

YoonGi soltó un suspiro pletórico de cansancio. Esa pieza era demasiado difícil. Necesitaba tocar un montón de notas al mismo tiempo, y la envergadura de sus chiquitas manos apenas le dejaba rozar la tecla más lejana con su meñique en ciertas partes de la pieza. Y al mismo tiempo su mano izquierda ocupaba brincar entre un extremo del teclado, al centro, intercambiando acordes tan rápido que provocaba que su otra mano se descoordinara sin querer. 

Un mes de noches sin descanso.

Un mes de dolor de cabeza.

Un mes de mentirle a su papá.

Hace una semana fue la primera vez que su padre le había preguntado por qué estaba tan cansado, algo que el mayor pudo notar al ver cómo su pequeño de pronto cabeceaba sobre la mesa durante la hora del almuerzo, fallando en aguantar su agotamiento. YoonGi tampoco llegaba a acompañarlo mientras tocaba el piano, y eso fue lo que más le extrañó.

Así que le preguntó, y en el momento YoonGi solo podía recordar la amenaza de su madre que mencionaba castigarlo si le decía algo sobre los ensayos nocturnos a su papá.

—¿Has tenido problemas al dormir, pequeño? —le había preguntado el mayor, acariciándole la oreja con cariño.

—No pa, solo me canso de tanto... jugar —mintió, pero disimulando su mentira con una sonrisa.

Fue deshonesto y eso convertía a YoonGi en el peor hijo del mundo. En un traidor que dejaba al miedo tomar control de sus acciones.

De nuevo, se equivocó.

—Otra vez —volvió a escuchar, pero no le hizo caso.

—No quiero... —musitó.

—No es una pregunta, YoonGi.

Sus ojos se mojaron, queriendo llorar.

—Pero e-estoy cansado —dijo—. Quiero dormir...

La mandíbula de su madre se tensó.

—Dormirás hasta que puedas tocar por lo menos la mitad de esta pieza.

—Pero es muy difícil —lloriqueó.

El cuerpo del pequeño se contrajo ante el friolento contacto de la mayor al apresar sus mejillas con agresión. No de la forma que su abuela lo hacía, repitiendo lo adorable que era, sino que de manera brusca que hacía su piel arder.

—Dije que te quedarás aquí hasta que te sepas la mitad de esta pieza —repitió, agitando la carita de su hijo entre sus manos, influenciada por su desesperación y frustración.

El labio inferior de YoonGi sobresalió y tembló, sus ojos agrandándose mientras las gotitas a sus bordes se derramaban.

Esa fue la última vez que YoonGi vio a su madre como su familia, y la primera vez que la consideró un monstruo.

Young & Beautiful | yoonseok |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora