Cuando estaba saliendo del bosque me encontré con un problema.
—Con o sin alas eres reconocible, tendrías que cambiarte de ropa.
—Herderis— dije sin ánimos.
—Oh, amo tu acento— respondió con una sonrisa.
—¿Qué haces aquí?
—Escuché que la diosa de la luna iba a estar aquí, no me iba a quedar quieto en ese lugar— respondió con obviedad.
Me percaté de que no estaba solo, habían dos hombres más atrás suyo y vestían igual que él, con ropa simple, sin adornos ni colores llamativos y los tres tenían largas capas con capuchas.
—Ten ponte esto— me arrojó su capa y la atrapé en el aire—. Rápido que perdemos tiempo.
No sabia qué quería, pero de seguro no era algo que le gustara a mi madre y eso me hizo querer hacerlo.
Puse la capa entre mis piernas para sacarme el chaleco que parecía un corsé, también me saqué la camisa que estaba llena de decoraciones doradas y me quedé solo con la camisa fina de cordones en el pecho.
—Son muchas capas de ropa— dijo mientras me miraba fijo.
—Arriba hace frío— respondí sin interés, me puse la capa y la abroché en el centro.
Por suerte cubría mi ropa.
—Te falta algo— señaló—. Los aretes.
Era uno solo, pero me lo saqué y lo guardé en el bolsillo.
—¿A dónde vamos?— pregunté cuando empezamos a caminar.
—Ya lo verás.
Ni siquiera entendía del todo porqué no lo cuestioné. Habían dos hombres con él y podían matarme si quisieran, pero aún con esa posibilidad lo seguí.
Iba a romper las reglas de mi madre. No podía estar más feliz.
●○●
En el pueblo había mucha gente por las calles, algunos hacían demostraciones de su magia con el agua, otros hacían formas con las luciérnagas y me entretuve viéndolas al igual que Herderis, pero uno de sus guardias le susurró algo en el oído y nos fuimos.
Caminamos un poco más y se empezó a escuchar la música de las flautas, quise encontrarla y quedarme allí por horas.
Entonces llegamos a una casa con antorchas en las ventanas y puertas, aunque todo estaba cerrado yo sabía que la música venía de allí.
Para mi suerte el otro guardia de Herderis, que nos había dejado apenas llegamos al pueblo, salió de esa casa.
—Ya pueden entrar— informó.
—Angelito, yo voy a entrar, tu puedes irte a otro lado o volver por donde viniste.
Miré al cielo, no veía la luna, pero sabía que si ella me regaló esta noche fue para que la viviera como un humano normal.
Aunque no sabía si eso era del todo normal.
—No, voy a entrar.
Herderis sonrió igual que la primera vez y no me inspiró nada de confianza.
—Entonces sí que se equivocaban, no eres tan puro.
Y así entendí qué lugar era ese antes de que abrieran las puertas.
En Balcé se los llamaban casas ocultas, no sabía el nombre en Elfesta pero era lo mismo.
Hombres y mujeres que pagaban por placer, no con personas específicas, con cualquiera que estuviera contigo.
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El Exilio del Príncipe [#1]
FantasyEl príncipe Zahiredd es el único hijo de la luna y heredero de Balcé, es un puente entre los dioses y su reino. Pero la Serpiente destruye ese puente, le corta las alas y le roba la corona, entonces él tendrá que dejar su reino en busca de ayuda. A...