18| Angel

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Cumplí diecinueve años el décimo día del séptimo mes y siete días después Lyria me acompañó a la playa porque nuestro hijo estaría cumpliendo dos años en algún lugar del mundo. Escondido con su verdadero padre.

Sacudí la cabeza. Él era mi hijo.

Cuando Lyria dejó caer los pétalos de una flor blanca en el agua recordé su nombre.

Yrin.

Por él también estaba haciendo todo, incluso en ese momento estaba de pie cuando tendría que haber estado recostado porque era luna nueva, pero eso no tenía importancia porque recordaba a mi sol.

●○●

—¿Por qué no volviste?— le pregunté a Laya una noche de agosto.

—Porque me enamoré. Su nombre era Emilia, era hermosa y se reía fuerte, pero era mortal e iba a morir algún día. Pensé en volver por ella, pero nos lastimaría a las dos.

—¿Y qué pasa con el daño que causaste al no volver?

—Es algo menor, a veces tienes que toñmar decisiones difíciles por las personas que amas.

Yo no creía eso, es decir, lo de las decisiones difíciles sí, pero lo de abandonar a alguien para que no sufra, no.

Si yo hubiera estado en su lugar, hubiese buscado la forma para que no nos separaran o sino hubiese vuelto para que no sufriera más.

Quizás estaba mal, pero pensaba que dejar sola a una persona era más doloroso que la muerte.

●○●

Una noche le pedí a Laya que me liberara, que destruyera los brazaletes porque literalmente me apresaba al que me los puso. No era libre, si hubiese intentado huir de Lorian los brazaletes me habrían quemado. Creí que no tardaría en cumplir mi deseo, pero solo me tomó de las manos y sonrió para brindarme consuelo.

—Tu libertad sin barreras es caótica. La libertad destruye, por eso la libertad debe ser controlada... pero, ¿es libertad?

No entendí lo que quiso decir. Me quedé con que no iba a liberarme.

Me encerré en la idea de que jamás seria libre y dependería de los pensamientos de Lorian ya que si él, en cualquier momento, deseaba que yo volviera estaría acabado. Mientras él no me liberara yo estaría "de paseo".

●○●

El clima empezaba a cambiar con cada luna que pasaba y el decimosexto día de agosto supe que era tiempo de seguir mi viaje.

Tenía que ir a Quirrot por la esfera de Herderis y ya sabía lo que iba a hacer. Laya me habló de todas las costumbres en ese reino, así que estaba preparado.

Solo tenía que ser fuerte.

—¿Estás seguro que te quieres ir hoy? Hay luna nueva y...— dudó Lyria, no tenía que seguir, ya sabía lo que quería.

—Sí, lo sé, pero Laya me dio algo para evitar el sangrado, que obviamente solo durará una noche, pero es suficiente.

—Está bien, pero ya no puedo acompañarte. No así.

—¿Volveré a verte?

—No y lo sabes, Zahiredd.

La iba a extrañar mucho. Se lo dije cuando apoyé mi frente en la suya y sujeté sus manos.

—¿Voy a recordar?— pregunté.

—Sí, pero eres fuerte.

—Sin ti no.

El Exilio del Príncipe [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora