SeokJin, es un joven que ha tenido todo en su vida.
Dinero, autos exclusivos, la mejor colegiatura y la atención total de las chicas por su belleza inigualable pero a sus 30 años lo que más desea es libertad y una vida menos pauteada.
Luego de una...
El día del gran pago, ese día del mes en donde todas las personas mayores del pueblo se juntaban en el edificio principal del pueblo a buscar su beneficio por ser ciudadanos mayores y eso les llevaba casi un día entero. Era el día del mes donde Bada no tenia a su madre en casa y no debía atender las necesidades de ninguna de las personas mayores que iba a visitar así se lo tomaba libre para leer.
Sin embargo Jin no iba a perder la oportunidad de sacar a Bada de su cuarto para ir a hacer algo diferente en su rutina.
—¿Hay algún lugar con buena vista en Tongyeong?— preguntó Jin apoyándose en la mesa de la cocina.
Bada disfrutaba de un café mirando por la ventana de la cocina a unos pajaritos que jugueteaban en un tarro de pintura vacío que conservaba alguna de lluvia.
—Quiero salir a caminar, conocer algo diferente y pensé que me podías ayudar— Jin sonrió pero falló debido a que Bada miraba por la ventana perdidamente —¿Srta. Kang?— la miró colocando su rostro cerca del de ella casi rozando su mejilla.
—¿Jin?— se giró llevándose un sustillo por la cercanía del rostro del muchacho.—¿Decías?— dejó la taza de café terminada en la mesa.
—Llévame al lugar más bonito de Tongyeong— la miró con detención.
—Tengo un lugar al que suelo ir cuando hay buen clima pero hay que caminar un poco más de lo habitual— lo miró pensando en que diría que no.
—Caminatas nocturnas con un peso gigante en la espalda y unas botas pesadísimas— suspiró —Puedo caminar un poco con tal de ver algo increíble— apoyó su cara en sus manos presionando sobre sus mejillas —Podríamos llevar algo para comer allá, como un picnic— Jin se levantó de la mesa.
—¿Te parece gimbab y unos sándwich?— La Srta. Kang se levantó tras de él para ir a lavar los platos del desayuno.
—Me parece— Jin acepto encantado —Iré a darme una ducha y bajo— salió corriendo hacia su cuarto muy animado.
Afuera el clima estaba precioso y Bada se preguntó muchas veces si necesitaba realmente ir con su típica jardinera o si debía colocarse algún vestido o algo parecido pero le no parecía sentirse muy expuesta. Su indecisión de detuvo cuando parte de aceite de sésamo cayó sobre su pantalón arruinándolo por completo.
Bajó a la lavandería y le untó la pasta mágica de mamá para quitar el aceite y lo dejó reposando mientras se cambiaba al vestido que había lavado hace dos días y figuraba en la ropa para guardar.
Una vez que la comida estuvo lista, la Srta. Kang la guardó en un bolsito que solía llevar en momentos como estos y la gorra de pescador de su padre para disponerse a esperar a Jin.
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