𝟎𝟔

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Dieciséis de marzo, 201918:00

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Dieciséis de marzo, 2019
18:00

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A

hí estaba Trueno, estaba sentado en un banquito, con un cuaderno y una lapicera, al parecer estaba escribiendo una canción o algo así.

No sabía qué hacer, la persona por la cual cambié de realidad estaba a metros de mí. No tenía nada planeado, me quedé tildada viéndolo. Estaba solo, era mi oportunidad de acercarme, pero, ¿qué le decía?

Empecé a acercarme a él, sin pensarlo porque sino iba a salir corriendo.

—Hola —Dije con vergüenza cuando llegué a su lado.

Él levantó la vista de su cuaderno y me miró con una sonrisa.

—Hola, ¿te querés sentar?

—Bueno... —Me senté y ninguno hablaba, no sabía como seguir la conversación.

—¿Sos de acá?, porque nunca te ví —Menos mal que habló él porque me iba a morir sino.

—Sí... Me mudé hace poco.

—Ah, con razón. Yo vivo acá desde que nací, es un barrio muy lindo, medio peligroso, pero lindo.

—Todavía no vi mucho, pero por lo que vi se nota que es lindo.

—Y... ¿Sos de Boca, no? —Preguntó más de manera afirmativa, se ve que quería sacar tema.

—Muy contradictorio, pero no. Soy hincha de River desde siempre.

—Bueno medio raro venir a vivir al barrio de la Bombonera siendo gallina —Levanté los hombros en respuesta. —. ¿O sea que te gusta el fútbol?

—Me encanta, soy muy fanática —Contesté, estaba muy contenta de haber podido arrancar con la futura amistad que tenía pensada. Espero poder cumplirla.

Mi celular empezó a sonar, dando a entender que me estaban llamado. Era mi mamá.

—Hola, ma. ¿Qué pasó?

—Emi, ¿estás bien?

—Sí, ma, estoy bien. ¿Por?

—Quería saber porque no me contestabas los mensajes.

—Uh, perdón, colgué.

—Bueno, no pasa nada. Anda viniendo.

—Dale, chau, mami —Terminé la conversación y corté.

—Bueno, me tengo que ir. Un gusto haberte conocido —Hablé mientras me paraba.

—Chau... —Se quedó pensando ya que no sabía mi nombre.

—Emilia, me llamo Emilia.

—Qué lindo nombre —Me iba a morir, dijo que tenía lindo nombre —. Chau, Emi.

—Chau, Mateo —Hablé sin pensar.

—¿Cómo sabes mi nombre? —Preguntó confundido.

La puta madre, ya tenía que cagarla yo.

Me quedé pensando sin saber qué responder.

—¿Ves las batallas de la FMS? —Me salvó él mismo.

—Sí, te conozco de ahí.

—Ah, ¿y por qué no me dijiste?

—Qué sé yo, me dio vergüenza. A parte no quería que creas que me acerqué solo porque sos famoso. Pero no conozco a nadie así que quería socializar —Una explicación de mierda, pero los nervios me ganan.

—Está bien, no pasa nada. Igual no soy famoso.

—Sí vos lo decís. Bueno me voy yendo que ya oscureció y me van a cagar a pedo.

—Te acompaño si querés, así no te volvés sola —Ofreció con una sonrisa.

—¿No te molesta? —Pregunté con algo de vergüenza.

—Quedate tranqui que no, Milita.

—¿Milita? —Pregunté confundida.

—Es muy común Emi, ¿te molesta que te diga así? —Preguntó con una sonrisa.

—No, me gusta —Dije sonriendo y con el corazón que se me estaba por salir.

Dicho esto, empezamos a caminar rumbo a mi casa, claramente yo iba medio al mando ya que él no sabía dónde era.

—¿Cuantos años tenés? —Habló Mateo.

—Diecisiete, estoy en último año.

—Ah, como yo. Nada más que dejé el colegio para enfocarme en las batallas y todo eso, básicamente para empezar mi carrera.

—Yo me tuve que cambiar de colegio, porque está lejos al que iba antes.

—¿Y no te dio pena cambiarte en último año?

—Nah, la verdad que no tenía muchos amigos que digamos, no me caían bien.

—Y... ¿Con quien vivís? —Preguntó, amaba que saque tanto tema de conversación porque si era por mi quedábamos en que me senté al lado de él y ni hola nos decíamos.

—Vivo con mi mamá.

—¿Y tu papá? —Un nudo en mi garganta se formó, y me di cuenta que habíamos llegado a mi casa.

—Llegamos —Dije frenando en la puerta de mi casa. —. Gracias por traerme. Me gustó mucho conocerte.

—A mí también me gustó conocerte, Milita —Quedamos mirándonos unos segundos hasta que habló. —. ¿Me pasas tu número? —Dijo sacando su celular. Asentí y se lo pasé.

—Chau, Matu.

—Chau, Milita —Respondió antes de irse.

Entré a mi casa más emocionada que nunca. Me sentía media confianzuda poniéndole apodo, pero después de todo él me puso primero.

Milita.

Que lindo sonaba de él. En realidad nunca nadie me había dicho así. Desde ahora era mi apodo favorito. No entendí bien como lo formuló para llegar a "Milita", pero me encantaba.

—¿Y esa cara? —Habló mi mamá, con una sonrisa en su rostro.

—Nada, me gusta el barrio —Dije mintiendo un poco.

—¿El barrio o el chico del barrio? —Dijo jodiéndome.

—Cállate, ma —Dije alargando la "a", mientras me tapaba la cara por mis cachetes rojos.

—Bueno, no te pongas nerviosa. ¿Quién era el pibe?.

—Un pibe que me crucé en la plaza. Lo conocía por las batallas de freestyle.

—¿Qué? ¿Él participa en eso? —Preguntó sorprendida.

—Sí, es Trueno.

—Ah sí, el que descendió —Habló mi mamá.

Si supiera que este año se gana todo...

—Sí, ese.

Después de eso, cenamos y me acosté a dormir.

𝐒𝐡𝐢𝐟𝐭𝐢𝐧𝐠 ─𝐓𝐫𝐮𝐞𝐧𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora