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Trece de abril, 2019 12:00
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—¿Ya tenés todo, Emi? —Me preguntó Pedro, mientras subíamos al auto.
—Sí, sí —Respondí sonriente. —. ¿Estás bien, gordo? —Le pregunté a Mateo en un tono más bajo una vez que me senté a su lado en los asientos de atrás.
Desde que llegaron a buscarme, a Mateo se lo veía serio y sin ánimos.
—Sí, ¿por qué? —Contestó seco.
—Estás re decaído, ¿te enojaste conmigo?
Me miró por unos segundos, como si pensara en si afirmarlo o no.
—No, Emilia. Estoy nervioso por la compe.
Luego de esa fría respuesta, el ambiente se volvió algo tenso, y Pedro lo notaba.
—¿Y Emi dónde quedó? —Le hablé al Palacios mayor para no estar tan incómoda.
—Se quedó con la mamá —Contestó con una sonrisa.
—Ah, pensé que lo llevaban.
—A algunas sí, pero en esta prefirió quedarse con Juliana —Contó.
—Que lindo que pase tiempo con su mamá —Dije algo nostálgica.
Mateo seguía en silencio, mirando la ventana. De a ratos sentía que fijaba su mirada en mí cuando yo no lo observaba.
—¿Y cómo es tu familia, Emi? Nunca me contaste —Volvió a hablar Pedro, parecía emocionado.
Me quedé pensando unos segundos, sin saber qué responder. No era momento para hablar de mis tristezas diarias ni de ponerme a llorar por no saber sobrellevar el tema.
—¿Y si cambiamos de tema? —Se unió el morocho a la conversación. Yo le dediqué una mirada de agradecimiento por hacerme safar de la pregunta, para mí, incómoda. Él me hizo una pequeña sonrisa a labios cerrados y yo le tomé la mano.
—¿Qué te pasa, hijo?, le hice una pregunta nada más. ¿O pregunté algo malo? —Dijo confundido el Peligro.
Yo lo miraba a Mateo para que responda por mí, no sabía cómo decirlo sin quedar mal o ponerme sentimental.
—No es un tema que le guste hablar —Contestó simple.
—Perdoná, Emi. No sabía.
—Tranqui, no pasa nada —Hablé con una sonrisa sin mostrar mis dientes.
—¿Vamos a almorzar algo? Después de eso vamos al micro, ¿les parece?
Yo quería, pero no me gusta elegir, miré a Mateo y me hizo seña de si sí o no, a lo que le hice hombritos en señal de que como quiera él.
