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Diecinueve de marzo, 2019 14:00
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—¿Te podés calmar, Emi? —Preguntó Mateo, algo desesperado por las vueltas en círculo que yo estaba dando.
Estábamos en la plazita donde nos conocimos, él me había ido a buscar al colegio de sorpresa, y ahora yo no quería volver a mi casa.
—No, no puedo, Mateo —Contesté nerviosa. —. Mirá si llego y mi mamá me caga a pedo, encima ahora más, porque estoy llegando tarde.
—Bueno de última hechame la culpa, no sé. ¿Qué pasó que estás tan nerviosa por ir?
—Mi mamá quiere hablar desde la mañana, pero yo la corté y le dije que me lleve al colegio, encima después Lola, la hija de la novia de mi papá, me mandó mensaje y me dijo que se pudrió todo. Tengo miedo que sea por lo de ayer —Expliqué rápido.
—Pero no te podés escapar, Emi. En algún momento te tengo que llevar a tu casa —Habló Mateo, ya tranquilo.
—¡Encima tengo el teléfono apagado! Debe estar re preocupada mi mamá —Hablé frustrada.
—¿Te llevo a tu casa?
—Me da miedo —Hablé bajito.
—¿Miedo a qué? —Preguntó el morocho.
—A que haya quilombo... —Hablaba cada vez más bajo, casi inaudible.
Mateo me miró apenado y se acercó a abrazarme.
—No quiero que me tengas pena, mejor me voy a mi casa —Hablé separándome para mirarlo.
—Ey, no. No es pena, solo quiero que estés bien, no me gusta verte tan nerviosa.
—Gracias —Hablé con una sonrisa sincera, y me abracé a su torso, escondiendo mi cara en su cuello.
—No es nada, rubia —Habló también abrazándome.
Me sentía en paz con él.
—Me parece que tengo que ir yendo a mi casa, mi vieja se va a preocupar —Dije después de unos minutos abrazados.
—Bueno, te acompaño —Dio por afirmado.
Empezamos a caminar en dirección a mi casa.
—¿Decís que se armó quilombo por lo de tu hermano? —Preguntó Mateo.
—No sé, pueden salir con cualquiera. Yo no entiendo por qué no me dejan tranquila de una vez —Hablé estresada.
—Capaz se quieren acercar, Emi.
—No creo.
—Está bien, si vos decís...
Caminamos hasta mi casa en silencio. No podía hablar de nada, solo me salía preocuparme.
