capitulo 29

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MELISSA

El miedo me va a volver loca.

Estoy caminando hacia la empresa. Se que dije que hablaría con el señor Evan y sería fuerte, que no me dolería. Pero aquí estoy, dudando. Con los nervios a mil.

Toda saldrá bien. Eres melissa palm. Eres fuerte. Entonces ví que el auto del señor Evan llegaba al estacionamiento. Se me aceleró todo. No, no lo soy. Antes de que pudiera hacer algo. sentí su presencia en mi espalda.

Cerré los ojos.

No es el. No es él. No es el.

Pero entonces llegó su voz a mis oídos:

–¿Me esperabas?–Su aliento me erizó la piel, me lami los labios–¿O a alguien más?–Sentí su mano en mi cadera.

Abrí los ojos de golpe. Y me separé. Me voltee lentamente. Esos bonitos ojos marrones me miraron fijamente, el señor Evan metió sus manos en los bolsillos y su boca se curvo en una sonrisa coqueta.

–No.–murmuré–. acabo de llegar.

–Yo igual. ¿Recuerdas que tenemos cosas de las que hablar, cierto?–Yo asentí nerviosa.–. entonces vamos a ello.

Puso una mano en mi espalda baja. Sentí escalofríos. Su mano es tan... caliente. Cuando entramos todas las vistas se concentraron en nosotros. Pero yo no les preste mucha atención por qué la mano del señor Evan me tenía distraída.

Cuando llegamos al elevador sentí que el ambiente era tenso. Mire hacia un lado nerviosa. ¿Por qué me siento con tanto calor de repente? Lo mire de reojo, el mordia sus labios húmedos. Mi mirada cayó en ese punto. Pero sacudí la cabeza. No es momento de le pensar cosas pervertidas, melissa.

Llegamos a su oficina y entonces el cerró la puerta con seguro. ¿Por qué cerró la puerta? Lo mire confundida.

–¿De que vamos a hablar?

Entonces se me acercó a mi y yo retrocedí, hasta que mi espalda chocó contra su escritorio. El bajó su boca a mi oído. Y yo temblé.

–Voy a darte un poco de tu propia medicina.–Susurró. no entendí nada, pero después no hizo falta.

Me subió a la mesa y se metió entre mis piernas, tomó mis labios en un segundo, y yo no pude evitar cerrar los ojos. Me sentía muy caliente, demasiado. Pase mis manos por su cuello y lo acerque más a mí.

–Señor... Evan...–Gemí–...Ah.

Su mano se coló por mis piernas y tocó el lugar en donde yo estaba caliente. Su boca bajo a mi cuello, y yo solo pude arquear la cabeza hacia atrás. Y justo cuando llegó a mi escote recordé algo.

Dana.

Saqué su mano de mi falda. Y lo empuje un poco. El tenía las cejas arrugadas. El estaba confundido. Pero yo no. No iba a dejar que me utilizará.

–¿Que pasa?

Me baje de la mesa y me acomodé la ropa. Me sentía dolida.

–No voy a dejar que me utilices a tu antojo.–Los ojos se me llenaron de lágrimas, el se acercó preocupado–. Si estás con alguien es tu problema, pero no esperes que yo sea el plato de segunda mesa.

Quise salir de la oficina. Pasé por su lado, pero el impidió mi huida cuando me tomó por el brazo. Me acorraló contra la pared. Pero yo solo miraba su pecho.

–Melissa, yo...–Por primera vez pronunció mi nombre, alce la cara, el parecía preocupado–. Dana es mi prima yo solo quise ver cómo reaccionabas.

No sé que esperaba él. Pero yo solo lo empuje y pase por su lado molesta. ¡El sabe lo que siento y aún así me puso en esa situación!

–¡Melissa!–Me llamó–¡Espera!

Salí rápidamente de la oficina, agarre mi bolso en la recepción. Y fui al estacionamiento. Me monte en mi auto molesta. ¿Siempre va a ser así? ¡Me beso y me dijo que le gustaba! ¡Y entonces me hace sentir incómoda con otra chica que resulta ser su prima!

Antes de poder encenderlo. Evan entró en mi auto. Lo mire molesta. Y le pedí furiosa:

–¡Baja de mi auto!

–No.

–¿Ah, no?

–no.

¡Era insoportable!

Me quitó las llaves del auto. Y cerré las puertas con seguro. Lo mire furiosa. ¿Que está intentando? Se acercó más a mí.

–Se que me deseas–Susurró acercándose a mí, yo no me moví mi corazón parecía estar en coma–. Te dije que me gustabas y no es mentira.–Habló mirandome a los labios–. Se que no es amor, pero es lo único que te puedo dar, ¿Lo aceptás?

Eso me dolió. No era amor. Pero me deseaba, tal vez me tendría u luego se aburriría de mí. Y se iría con otra. Pero lo que el no sabe es que yo lo amo. Yo si lo deseo de forma permanente en mi vida.

Lo único que dije al final fue:

–Esta bien.

Y entonces me agarró del rostro. Y empezó a besarme. Yo le correspondí con la misma pasión. No era lo que yo deseaba. ¿Me conformaría con eso? No lo sé. Tengo que aprovechar que el me quiere y me desea a mí.

Metí mi lengua en su boca. Me senté en sus piernas. Dejamos de besarnos y nos miramos. ¿Cuántas veces deseé tenerlo así? Sentí algo duro en mi trasero. Y me puse nerviosa.

Entonces antes de que el hiciera algo más le aclaré:

–Soy virgen.

El abrió los ojos sorprendido. Pero luego una sonrisa apareció en su rostro. Eso me confundió.

–Me alegra eso.–Acercó su boca a la mía–. Uhm, no soportaría que alguien más te allá tocado. Me gustaría ser el primero.

Mi corazón se disparó.

Roze nuestros labios.

–Puedes serlo.–Puse mi mano en su cara, antes de pronunciar con vergüenza–. Se que no me quieres como yo te quiero. Pero...–Lo mire a los ojos con temor–. ¿Podrías enseñarme? ¿Tratarme con cuidado?

El abrió la puerta del auto y me bajó con mucho cuidado. No le pensé que nuestra reunión allá terminado en esto. Me tomo de la mano.

Y se paró enfrente mío con una sonrisa coqueta:

–Claro. Estaría encantado de enseñarte lo que sea.–Bajó su mirada a mi boca, y yo me mordí los labios–. Pero en estos momentos deseó algo más.

Tomó mi rostro entre sus manos.

–Si me permites...

Me beso apasionado como era él. Sentí las mariposas hacer estragos en mi estómago. No era lo que quería. Pero era algo. Debería de trabajar duro para poder enamorar a Evan.

¡Cómo conquistar a un hombre!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora