Fuegos Artificiales

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Salí y me puse el pijama y en el pasillo me encontré con Lídia. Estaba hablando por teléfono y yo bajé corriendo las escaleras y casi me como el suelo en el último escalón ya que me había resbalado.

Me levanté del suelo y escuché unas risas.

—Muy graciosos.

—Muy graciosas van a ser las reacciones de la gente cuando lo suba a instagram.

—Me niego a que subas mi casi caída a instagram y vaya circulando por redes, me niego.

—Si quieres la borro, pero ya se ha subido.

Me tiré sobre Eric y le quité el móvil y borré la historia.

—Vaya alboroto habéis montado vosotros dos solos—intervino Martí.

—Me voy fuera.

Salí y me senté en el sofá.

Un rato después vinieron todos y se sentaron para ver los fuegos artificiales. Cogí una manta que había a mi lado ya que hacía frío. Noté como alguien se sentaba a mi lado, me quedé mirando por un buen rato y caí rendida en los brazos de alguien.

Narra Eric

Me senté al lado de Aitana y cayó dormida. Se veía muy bonita viendo los fuegos, parecía una niña pequeña ilusionada.

Quería abrazarla y no soltarla nunca.

—Aitana vamos, levanta que te has dormido—le dí golpes flojos en el hombro.

Tenía los ojos entrecerrados y el pelo revuelto. Me levanté y se enganchó a mí como un imán. Salí de la terraza y estaban el resto en el sofá viendo la tele.

Subí las escaleras e intenté abrir la puerta de la habitación como pude. La dejé en la cama y la tapé con la sábana. Iba a irme pero me cogió del brazo.

—No te vayas, por favor—me suplicó y yo me tumbé a su lado y cerré los ojos.

Me daban los rayos del sol en la cara, me removí en la cama y abrí los ojos y vi a la niña más bonita y cariñosa.

Me levanté y cogí el móvil y bajé abajo. Me encontré la casa vacía a las 9 de la mañana. Cogí el móvil y llamé a mi hermano.

—¿Que pasa?—preguntó.

—¿Donde estáis?

—Acabamos de salir de casa para ir a acompañar a Angela y Lidia al aeropuerto.

—Vale, adiós.

—Vaya humor, adiós.

Me tiré al sofá con el móvil hasta que se despierte Aitana. Escuché pasos bajar por las escaleras y supe que era ella.

—¿Donde están todos?—preguntó tirándose encima mía.

—Han salido—acaricia su pelo—estamos solos.

Levantó la cabeza con una sonrisa en sus labios. Los cuales me apetecía besar hasta que no podamos más. Que estaba diciendo, estaba loco de la cabeza, solo somos amigos... o eso creímos nosotros.

—Te has empanado—me golpeó la cabeza.

—Estaba pensando.

—¿En qué?—me miró con los ojos entrecerrados.

—Nada.

Me distrajo el sonido de mi móvil, era mi madre.

—Hola mamá—respondí al teléfono.

noche de Ibiza-Eric Ruiz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora