CAPITULO 6
¿AMOR?
BLAIR DYER
Los ojos se me cerraban por la falta de sueño. Ni siquiera me percaté de que se me había derramado un poco la leche en mi camiseta. Incluso me dio pereza resoplar al comprender que tenía que cambiarme de nuevo. No tenía ganas de ir a trabajar, pero a la vez hacía falta ese dinero en casa.
No podía parar de pensar en Sadie. Me daba miedo que su madre lograra separarnos. Ella era la luz que iluminaba mi camino y estaría en la oscuridad si la perdiera. Hailee siempre me dijo que yo debía ser mi propia guía en la vida, pero sin Sadie me veía capaz. Ella fue quien me sacó del hoyo desde primera hora y sus abrazos me curaron muchas heridas.
―¿Quieres faltar al trabajo hoy, cariño? ―preguntó Natalia al verme con ojeras y con los ojos pegados―. Puedo llamar a Hailee y...
―Estoy bien ―susurré con cansancio.
―Ajá... ―murmuró, poco convencida―. ¿Sabes algo más de Sadie?
―Lo mismo que ayer ―respondí y me mordí el labio―. Y que anteayer... Y que el último día ―esbocé una sonrisa falsa ante la mirada de preocupación de Natalia.
―Seguro que va a ir todo bien, mi vida ―opinó la abuela Candace.
―Claro ―ironicé.
Nada en mi vida ha ido bien, ni irá.
―Quizá la madre le ha presentado a otra persona para que se olvide de ti ―intervino mi prima con una sonrisa.
Menos mal que no fui la única que la miró mal.
―No digas tonterías, Chiara ―la regañó Natalia.
Ellas siguieron hablando, pero yo cerré los oídos y me quedé embobada en los cereales mientras que los removía con la cuchara. Cuando me desperté del trance y decidí seguir comiendo, se hizo el silencio en la sala y una voz llamó mi atención.
―El último contacto en su registro de llamadas es Blair Dyer ―anunció el periodista de la televisión, mostrándome como principal sospechosa.
Todos los presentes me miraron con el ceño fruncido. Incluso yo estaba impresionada por ello, ya que me había quedado con la cuchara llena de cereales en el aire, justo en el intento de llevármela a la boca.
―¿Blair? ―habló mi prima con curiosidad.
―¿Qué ha pasado? ―preguntó la abuela Candace.
―¿Es Louis? ―inquirió mi prima, creando una atmósfera de preocupación en el ambiente.
―No... No lo sé ―musité con un nudo en la garganta y devolviendo la cuchara al cuenco de cereales con lentitud.