CAPITULO 1
EL VESTIDOR
SADIE SINK
Una vez que cambias de etapa y dejas el instituto atrás, todo se vuelve diferente. Hace más de un año me encontraba en el instituto y estudiaba sin parar aburridas páginas de un libro que ni me interesaba. Sin embargo, eso me permitió poder graduarme y ver todo mi esfuerzo recompensado en la admisión en la Universidad, más exactamente en la facultad de Filología inglesa.
Aun así, aunque la literatura me encantara, mi corazón estaba quebrado.
La Universidad era una experiencia única, pero no me sentía llena al completo. Mi verdadero sueño se encontraba en otro lado, pero quise seguir los pasos de mis padres y no decepcionarlos. Ellos no veían futuro en algo tan simple como el teatro y, por ello, siempre me insistieron en tener un "verdadero título".
Durante este año ha habido muchos cambios en mi vida. En primer lugar, tener que irme de casa no había sido tan difícil como esperaba. Siempre pensaba cómo sería vivir en una residencia de estudiantes y me daba temor que mi timidez sobrepasara mis límites. Sin embargo, no estaba siendo tan mala experiencia y pude adaptarme bastante bien.
En cambio, sí fue duro separarme de mis amigos y caminar por diferente rumbo que ellos. Cada uno eligió su propio camino y ninguno se encontraba en la misma Universidad que el otro. O incluso había algunos que ni habían elegido ese destino.
La única persona con la que mantenía más contacto era con Millie, mi mejor amiga. Con los demás, con el paso del tiempo, fui perdiendo comunicación poco a poco. Y con Finn desde primera hora no supe más nada de él. Me dijo que necesitaba un espacio y yo se lo di, pero al parecer iba a durar más de lo que me imaginé, pues un año después sigo sin tener noticias de él.
La etapa universitaria me dio otros nuevos amigos, aunque no era lo mismo. Solo había una persona que realmente me trasmitía confianza y comodidad y era mi compañera de habitación, una chica castaña y de ojos marrones que estudiaba en otra clase de mi carrera universitaria.
Quizá ella y yo no nos parezcamos tanto, pero ambas vivíamos situaciones similares y eso hizo unirnos mucho, hasta ser grandes amigas que tienen charlas nocturnas y que se ayudan la una a la otra.
Ahora mismo me encontraba en la habitación con ella. El día parecía algo lluvioso y apenas podíamos salir a la calle, por lo que decidí tomarme la tarde de descanso, al menos hasta que llegue la noche, pues había quedado.
Aprovechando el momento, decidí ponerme a leer un libro, aunque a través de mi IPad, mientras que escuchaba música con los auriculares y veía las gotas de lluvia resbalarse en la ventana. Mi compañera de habitación, en cambio, estaba jugando al ordenador con un mando gamer a la vez que hacía llamada con su pareja. Ambas nos encontrábamos en nuestras propias camas.