8. Juntas

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CAPITULO 8

JUNTAS

JUNTAS

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BLAIR DYER

Bajo la oscura manta de nubes que colgaba pesadamente sobre nosotras, Sadie y yo seguíamos abrazadas, aunque a la vez estábamos comiendo. A ella se le había quitado un poco el apetito tras darse cuenta de todos los problemas que la golpeaban. En cambio, yo llevaba los trozos de pizza a su boca para obligarla a comer.

Entre las dos intentamos ayudarnos en nuestros problemas, aunque también hicimos todo lo posible para cambiar de conversación y crear un ambiente más alegre entre nosotras. Sin embargo, siempre que el silencio nos envolvía y nuestras miradas se conectaban, nuevas lágrimas rogaban escapar.

Todo era bastante difícil y duro.

De repente, nuevas gotas de lluvia interrumpieron nuestra conexión silenciosa. Tras escuchar el repiqueteo del agua caer sobre las mesas, decidimos que sería un buen momento para abandonar ese lugar. Nos colocamos enseguida las chaquetas en nuestras cabezas para evitar mojarnos más y caminamos hacia el coche. 

Una vez adentro, nos miramos y esbozamos una sonrisa triste y tímida a la vez. A pesar de los problemas de nuestro alrededor, los momentos con ella siempre serán únicos y bonitos, algo que alimentaba de alegría mi interior. Aún más especial se volvía este momento gracias al sonido de las gotas golpeando el techo del coche, lo que nos aportó un acompañamiento íntimo y reconfortante. 

Tras unos segundos mirando sus preciosas facciones mojadas, me di cuenta de que su barbilla temblaba por el frío, por lo que encendí el motor del vehículo y activé la calefacción. Seguidamente, puse rumbo a un nuevo lugar con un fuerte rugido del coche, el cual se mezclaba con la intensa tormenta del cielo.

De reojo veía a Sadie con la mirada perdida, como si la tristeza aún inundara su ser. Por ello, decidí cambiar el destino para alargar un poco más la cita y alegrar esa perfecta sonrisa. Ella al principio no se dio cuenta ya que estaba inmersa en sus pensamientos (quizá negativos), pero, en cuanto se percató de que entramos en un aparcamiento, su expresión cambió a una confusa. 

―¿Y esto? ―preguntó con el ceño fruncido.

―Aún faltan cuatro horas para tu próximo tren, por lo que he decidido aprovechar hasta el último minuto contigo ―le expliqué con una pequeña sonrisa―. Además...

Además, no sabía si esta iba a ser la última vez que la veía...

―¿Una bolera? ―me interrumpió tras ver la entrada colorida y bulliciosa del edificio.

―Claro ―amplié la sonrisa―. No hay nada mejor para levantar nuestros ánimos que divertirnos un poco, ¿no?

―Sí..., pero yo no sé jugar ―murmuró con tristeza.

Complicated Feelings (Sadie Sink)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora