CAPÍTULO 18
TÚ NO, POR FAVOR.
BLAIR DYER
Cada mañana era una nueva batalla para abrir los ojos y poder enfrentar un nuevo día. Me sentía como si estuviera atrapada en un mar de desesperación, nadando contra mareas de dolor y traición.
Estaba ya cansada de todo.
Un escalofrío hizo que mi cuerpo se envolviera aún más en las sábanas, buscando el calor que Sadie solía proporcionarme. Pero todo lo que encontraba era el frío que se ha vuelto a apoderar de mi habitación... y de mi vida.
Alguien llamó a la puerta con sus nudillos, aunque no esperó respuesta, ya que al instante giró el pomo y abrió el trozó de madera, permitiéndome ver a una pelirroja.
Pero no, no era ella.
Estuve esperándola durante toda la semana, con una mínima ilusión de que regresara. Más de una noche me quedé mirando al techo y supliqué para que todo fuera una pesadilla, la cual parecía nunca acabar.
Sophia se acercó a mí e hizo una mueca al ver mi expresión de desilusión y de cansancio.
―Buenos días, bruja barata ―saludó con un tono triste, aunque intentaba disimularlo para levantarme el ánimo. A pesar de todo, me causaba buenos recuerdos que usara de nuevo el apodo con el que me solía llamar antes.
Cuando Sadie se marchó de mi casa tras dejarme claro que nuestra historia no tendría continuación, Sophia apareció y, al ver mi estado demacrado, decidió no separarse de mí. Ella estuvo durante estos días a mi lado, intentando ayudarme a no decaer de nuevo en el agujero negro que me tenía deparado la vida.
―¿Cómo te levantaste hoy? ―preguntó y se sentó en el borde de la cama.
Mi respuesta fue como la de todos los días de esta semana: silencio.
No era capaz de abrir la boca por el gran nudo de mi garganta, algo que tenía muy preocupada a Natalia, quien quiso acudir a Hailee para que me ayudara. Sin embargo, entre Jaeden y Sophia lograron convencerla de que en estos momentos no sería una buena idea.
El rostro de Sophia se decayó un poco más al notar mi poco interés. Ella intentaba esforzarse para dibujarme una sonrisa, sobre todo para sacarme de la habitación, pero toda su lucha parecía en vano.
―Blair, no puedes seguir así ―intervino otra voz femenina, proveniente de la chica que se encontraba apoyada en el marco de la puerta con los brazos cruzados―. No vas a solucionar nada en esa cama. Si quieres olvidarla, tienes que levantarte y...
―No quiero olvidarla ―esas fueron las únicas palabras que pronuncié desde hace tiempo, sorprendiendo a los presentes en la sala.
―No sé si lo que me ha sorprendido es que hables o que la sigas defendiendo de esa manera ―murmuró Chiara con incredulidad―. Blair, date cuenta, Sadie...