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Caminaba por las calles mientras los audífonos en mis oídos reproducían "Ass Itch" de Korn. Me detuve en una esquina para mirar la pantalla de mi celular, entré al chat de una de mis mejores amigas. Subí un poco hasta encontrar la dirección de una cafetería a la que ella solía ir con su hermana. Me la había recomendado porque según ella, yo era amante del café — y no se equivocaba—, y ahí servían cafés con un sabor verdadero, no como en otros lugares, que era más azúcar que café. Mire que quedaban 5 minutos para llegar, suspiré pasando una mano por mi cara intentando no correr mi maquillaje. Continué caminando mientras cantaba y apreciaba a la gente. Nunca me han gustado los lugares con tanta gente y ruido, prefiero estar con pocas personas y en un ambiente tranquilo, aunque a veces en mi hogar era difícil eso. Por eso casi siempre pasaba los días en casa de amigas, o en la biblioteca de la escuela, o, en tiendas de discos viejos.

Pude notar a personas sentadas en el piso, pidiendo dinero para poder comer, torcí los labios al darme cuenta que siempre quería darles dinero. Pero no siempre podía, como hoy, por ejemplo. Tenía mi dinero contado. Café, Taxi —si es que encontraba —, comida, regreso caminando y como siempre, probablemente encontrar algo que me gustase y comprarlo. Quizá eso estaba mal, necesitaba ahorrar, pero por el momento, me lo iba a permitir.

Llegué al lugar y aprecié la decoración, era un lugar acogedor, el aire acondicionado estaba en una temperatura perfecta. Había algunas plantas al rededor de la cafetería, no mucha gente en las mesas que había. Me quité los audífonos y pausé la canción desde mi celular, guardé mis audífonos en la bolsa delantera de mi mochila, y mi celular en la bolsa de mi pantalón. Miré que había una persona delante de mi, esperé mientras miraba las pantallas en la pared para saber que iba a pedir. Si bien algo que me desesperaba, era la gente lenta. Llegó mi turno y fruncí el ceño al escuchar la voz del cajero sin poder verlo. Espere a que volviera a aparecer y le di mi orden.

Era lindo. Su cabello rojo vibrante, el piercing en su ceja le daba un toque rudo. Sus ojos eran verdes, resaltaban demasiado con ese color de cabellos. Sus labios completamente rosas, en un tono natural. Resaltaban en su piel lechosa.
En sus brazos, pude apreciar unos tatuajes, al igual que en las manos, llevaba unas pulseras en la muñeca izquierda y un anillo de plata en el dedo anular de la mano derecha.

Volví a mirarlo mientras él hablaba. Entrecerré los ojos para poder leer el nombre en su etiqueta. Michael. Lindo nombre, le iba bien.

—En la barra te entregará mi compañero. Ten un lindo día.

—De acuerdo. Gracias, igualmente. —Respondí para después darle una sonrisa y caminar hacia la barra, me distraje tomando una servilleta y un popote. Cuando me llamaron, tomé mi café y volteé hacia la caja, ya no estaba, ahora había un chico castaño atendiendo. Quería mirar al teñido antes de irme, sin embargo, lo dejé pasar, salí de la cafetería y le di un sorbo a mi café. Sonreí al sentir la amargura de este. Salí de la cafetería después de haber agradecido.

Volví a colocar mis audífonos, seguí caminando, pero ahora en un paso más apresurado para llegar a tiempo. No tenía muchas ganas de asistir, pero tenía exámenes importantes, no había dormido bien, había llorado casi toda la noche. Había vuelto a pelear con mi madre, eso me afectaba más de lo que creía, era algo muy difícil para mi verla tomar casi diario, apreciar sus ataques de ira, hacerla enojar sin razón alguna, me dolía demasiado verla así. Mi papá era totalmente diferente, él era mi mundo entero, era amable, responsable y pasivo, no se enojaba fácil, solo se desesperaba. Él era totalmente diferente a mi mamá.

El pelirrojo volvió a mi mente. Sus labios. Se veían demasiado rojos, aunque, pensándolo bien, podía ser por su blanca piel, todas sus facciones se ajustaban perfectamente a él, haciéndolo ver tan...

—¡Sal! ¡Hey! —Gritó Ronnie, captando mi atención.

—Oh, hola. —Sonreí acercándome hacia ella y dándole un trago a mi café,
volví a quitar mis audífonos y los guardé.

—Fanny aún no llega, quizá hay tráfico. Diane ya está esperándonos, vamos. —Finalizó tomándome de la mano y guiándome al salón, entramos a la habitación soltando risas silenciosas, tomamos asiento frente a Diane.

—Sally. ¿Has ido a la cafetería que te dije, verdad? —Preguntó Ronnie.

—Sí, es muy acogedora, me gustó bastante, el café también es bueno.

—Me alegro que te haya gustado. Ya que la conoces..., ¿Quieres ir a almorzar mañana? Igual tú Di, a Fanny ya le avisé, dijo que si.

—Claro, ¿A qué hora? —Respondió Di, yo solo asentí.

—A las 11. Las veremos ahí. Umm, Sally, ¿Crees que te dejen?

—Si, si, sino, buscaré una manera de llegar. Pero ahí me tendrán.

Sonreí antes de que las tres pegáramos un salto al escuchar la voz de la maestra gritarnos en una súplica de guardar silencio. Nos entregó los exámenes y comenzamos a hacerlos. En el momento exacto en el que la maestra iba a terminar de repartir,
llegó Fanny. La sermoneó, pero la dejó entrar.

—Ooops, chicas. Lo siento, estaba muy ocupada.

—Ah si, tanto que tu labial está corrido.

—¿Agua? —Ella se encogió de hombros y se acomodó en el hombro de Di. Todas reímos ante su situación.

Hice lo que pude, se me facilita más escribir desde el punto de vista de Michael, perooo. Así será.

Sally C.

End Up Here || Michael CliffordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora