End Up Here || Michael Clifford

17

Hoy, South y Moose volvían a casa después de haber pasado una semana y media entera en una escuela canina. De esas donde les enseñaban a hacer trucos y a ser obedientes. Ellos estaban educados por mi, pero aún les faltaban varias cosas que yo no sabía como hacer que las aprendieran, así que los llevé allí.

La verdad era que ya me habían hecho mucha falta, porque ya no había salido a caminar con ellos, tampoco había jugado con ellos y tampoco me despertaban en las mañanas brincando sobre mí, entonces si, me hacían muchísima falta.

«¿Cómo estás?»
El mensaje apareció en la pantalla de mi celular. La respuesta había tardado un poco.
Le siguió un mensaje diciendo:
«Perdona, me estaba bañando»
Reí levemente, porque era algo que definitivamente no pensé que estuviese haciendo.

«No pasa nada» Respondí.
«Estoy bien, ¿tú qué tal?»

«Me alegro :). Yo bien, también»

Y entonces, me llamó, en vez de que pudiera enviar mi mensaje como respuesta, me llamó, me sentí raro, porque, se acababa de bañar. ¿Para qué una llamada?
Aparte la vista del celular y piqué varias veces la pantalla hasta que la llamada se respondió, miré de reojo el celular y vi que la llamada era únicamente de audio. No había visto eso antes. Lo puse en altavoz para poder levantarme y terminar de prepararme. Mi vestimenta de hoy era muy sencilla, eran unos pantalones negros normales, una playera negra con letras al frente y un beanie negro que dejaba solo algunos mechones de mi cabello de fuera. Mis zapatos eran unos vans de cuadros negros y blancos.

—¿Estás ocupado? —Preguntó Sally a través de la línea del teléfono.

—No, no, ¿Por qué? —Respondí.

—Ah, es que... Perdón si te llamé de la nada, es que es más fácil hablarte así que estar escribiendo. —Rió levemente. Su risa se escuchaba alejada, por lo que supuse que estaba vistiéndose. Reí también.

—Entiendo. No te preocupes. ¿Vas a salir?

—No, creo que me voy a quedar a ver series, ¿Y tú? —Respondió, entusiasmada.

—Sí. Voy a ir a recoger a South y Moose. Me hacen falta. —Hablé, haciendo una mueca triste aunque no pudiese verla.

—Ayy, me alegra. Los has de extrañar mucho. —Opinó. —. Salúdalos por mi.

—¿Y si mejor me acompañas? —Propuse. Hubo silencio. Se cayó algo en su habitación que hizo que el ruido se escuchara evidentemente en el audio de la llamada, ella rió, nerviosa.

—Ah, perdón. —Se disculpó por el ruido. —. Pero si, si quiero acompañarte.

—Genial. ¿En cuanto tiempo pasó por ti?

—Mmm, dame 30 minutos, ¿te cuelgo?

—Si, si, para que vayas a tu ritmo y no te quite tiempo. Te veo en un rato.

—Vale, gracias. Te veo aquí.

—Ahí estaré. —Sonreí, espere a que colgara y empecé a apurarme con mis cosas, a guardar lo que iba a llevar y las correas. Me puse perfume y terminé de arreglarme, caminé hacia mi mesita de noche y abrí un cajón, saqué de ahí el anillo que habíamos comprado la vez que nos fuimos a perforar y me lo puse.

Sonreí, jamás había compartido algo así con alguien, de hecho, nunca se me había ocurrido compartir un anillo,
collar o pulsera, no había pasado por mi mente antes de Sally. Aunque ella fue la de la idea, si hubiese sido alguien más, lo habría usado solo ese día. Pero con ella si quería usarlo diario, aunque no nos viéramos, porque eso era, era tenerla cerca sin necesidad de que ella estuviese aquí. Aquel anillo me recordaba a ella, a su sonrisa, sus bonitos rizos rojos y castaños, su humor, su estilo, sus preciosos ojos cafés, sus pequeños sonrojos, su risa, su voz, su habilidad para hacerme sentir nervioso con tan solo verla. El anillo me recordaba a todo eso de ella.
Ella también lo usaba aunque no nos viésemos, alguna vez después de aquel día me había enviado una foto donde salía con la mano sobre la cara, aunque solo mostraba su ojo, un lunar en el centro de la mejilla y su mano, con el anillo en su dedo.