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—¡Moose, ven! —Grité, Moose paró las orejas y volvió corriendo, me arrodillé y lo acaricié. —, ya no te vayas, no quiero llegar tarde. —Él sólo me miró, suspiré y le puse la correa de la que se me había soltado. Southy estaba oliendo el pasto de la casa frente a la que nos paramos. Me levanté y ellos empezaron a caminar.
Mis perros eran una de mis mejores compañías, me encantaba pasar tiempo con ellos. Dormían mucho, eso era un hecho, la mayoría de veces yo los sacaba, Zoe lo hacía cuando tenía que doblar turno, pero últimamente ya no me lo pedían, así que podía pasar más tiempo con ellos, con los chicos, con mi familia y con Sal.

—Hey, no, no hagas eso. —Le dije a Southy, mirando cómo corría para aventársele a otro perro, el dueño no hizo nada, pues su perro tampoco reaccionó. Southy no peleaba, solo jugaba, pero podía buscarse problemas si a otros perros no les agradaba jugar en la manera en la que South y Moose jugaban.

Continuamos caminando hasta llegar a nuestro destino, me paré afuera, South y Moose empezaron a oler el pasto y las flores, Moose se le aventó a South, South se tiró al pasto, patas arriba, mientras que Moose empezó a brincar al rededor de él. Un poco locos, lo sé.
Toqué el timbre para después arrodillarme y acariciar la panza de South, él se rodó y reí mirándolo, estuve unos 2 minutos acariciando a South y Moose, la puerta se abrió y su voz se hizo presente:

—Hola, Ojitos. —Habló ella. Me levanté y sonreí mirándola, me acerqué a ella y moví mi mano, saludándola. Se veía muy linda, llevaba puesto el conjunto que le compré el día que nos vimos en la plaza. Se veía tan linda. El pelo lo llevaba en una coleta sujeta por una pinza, llevaba dos rizos de fuera cayendo por los lados de su cara, su maquillaje era el de siempre, llevaba sus converse rayados y las mismas joyas de siempre.

—Hola, Ricitos. ¿Lista? —Pregunté, mirándola, ella asintió, se acomodó la bolsa en el hombro y se dio la vuelta, arqueé una ceja y me asomé. Tomó la cabeza de Flop y dejó un beso sobre esta, se despidió de sus otras dos gatas que estaban más lejos y salió de la casa, cerró la puerta detrás de ella.

—Lista.

—Okay, vamos. —Me agaché para tomar a South de la panza y ponerlo de pie, hice lo mismo con Moose. Ellos ladearon la cabeza y tomé las correas, empezamos a caminar. —, ¿Quieres llevar a uno?

—Dame al más tranquilo. —Asentí, cambiando la mano la correa de Moose.

—Ella es Moose, es la más tranquila, South es más juguetón. —Sonreí, pasándole la correa, ella la tomó y Moose comenzó a caminar frente a ella, ella sonrió al darse cuenta que Moose no había cambiado su comportamiento.

—¿Qué haremos? —Me
preguntó ella, mirándome.

—¿Te gusta jugar? —Respondí, mire hacia el cielo, entrecerré los ojos al sentir el sol.

—Depende, ¿A qué?

—Creo que no te lo mencioné, una vez a la semana los saco a jugar. Diario a pasear, una a jugar. Y hoy estarás tú con nosotros.

—Okay, suena divertido, me gusta la idea.

—Lo es. South se descontrola.

—¿Muerde?

—Jugando, y no lo hace fuerte. Así que, no hay de que preocuparse.

—Okay. —Sonrió ella.

—Te ves muy bien. —Hablé, bajando mi vista hacia el pavimento.

—Ah, gracias, ojitos. Tú también te ves muy bien. —Volví a subir mi vista a ella, tenía una sonrisa plasmada en la cara. Sus mejillas tenían un ligero color rosa.

—Gracias y de nada, ricitos. —Sonreí,
mirándola, el resto del camino lo continuamos en silencio. El parque al que iríamos no quedaba lejos de su casa, así que fue un silencio cómodo.

End Up Here || Michael CliffordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora