𝟎𝟐𝟏

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Con Ramsés y mi padre, ingresamos a la majestuosa sala del trono. El rey Seti estaba sentado en su trono, con la reina Tuya a su lado, y también estaba presente el comandante Bisebeck. Cuando el rey vio a su hijo, se puso de pie de inmediato. Mi padre y yo nos inclinamos ante los soberanos, mostrando el debido respeto.

-Hijo, parece que el paseo te hizo muy bien - comentó la reina Tuya, observando a su hijo con una sonrisa.

-Por lo que veo, estás completamente recuperado - añadió el rey.

-Y también puedo ver que trajiste a tu futura esposa contigo - dijo la reina, mirándome fijamente.

-Soberanos - musité, inclinándome nuevamente.

-Así es, madre. Ella insistió en acompañarme y darles las buenas noticias de mi recuperación a los soberanos, junto a mí - dijo Ramsés con una sonrisa, invitándome a unirme a su juego de mentiras.

Ante la falsedad de Ramsés, no me quedó más que sonreír de manera forzada, tratando de aparentar normalidad.

-Me alegra mucho verte en tan buena forma, Ramsés. Pero, ¿no es muy pronto para tanto esfuerzo? Después de todo, estuviste al borde de la muerte - también intervino el comandante Bisebeck.

Después del comentario del comandante, mi padre y yo miramos a Ramsés, esperando que finalmente dijera la verdad.

-Los dioses me favorecieron y, por supuesto, los cuidados de nuestro gran sacerdote. ¿No es así, Paser? No hay sabio en Egipto que conozca tan bien las hierbas y sus poderes curativos como este hombre. Padre, le debemos mucho - afirmó Ramsés.

Yo mordía mi labio de rabia. Por alguna razón, pensé que Ramsés finalmente sería responsable por una vez en su vida.

-¿Ya está curado, Paser? -preguntó el rey.

-Con la ayuda de los dioses, el príncipe goza de la más perfecta salud, mi soberano. Debemos agradecer y celebrar - mintió mi padre con total naturalidad.

Al escuchar esto, los soberanos se dirigieron sonrientes hacia su hijo para abrazarlo.

-Realmente es asombrosa la recuperación del príncipe. Felicidades por sus esfuerzos, Paser. No sabía que tuvieras tanta influencia con los dioses - comentó el comandante Bisebeck a mi padre.

-Naliah, gracias por acompañar a Ramsés para darnos esta tan buena noticia - dijo la reina Tuya al reconocer mi presencia nuevamente.

-No es nada, soberana - sonreí con cortesía.

-Ahora que ya estás completamente sano, hijo, no hay motivo para retrasar más la boda. Naliah y tú deben casarse rápidamente - dijo el rey.

Esas palabras resonaron en mis oídos como un eco distante. Mi corazón pareció detenerse por un momento. Había olvidado la realidad que me esperaba, mi compromiso ineludible con Ramsés.

Esa noche, mientras conversaba con Moisés en los jardines, las palabras del soberano seguían resonando en mi mente, y Moisés notó mi distracción

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Esa noche, mientras conversaba con Moisés en los jardines, las palabras del soberano seguían resonando en mi mente, y Moisés notó mi distracción.

-Naliah, ¿te encuentras bien? Esta vez pareces ser tú la distraída - mencionó con su característica preocupación.

-Para ser honesta, no, no me encuentro bien - respondí con sinceridad.

-¿Qué ocurre? - me preguntó, preocupado.

-El rey planea que Ramsés y yo nos casemos pronto - admití con un suspiro.

Al escuchar esto la cara de Moisés cambio completamente.

-Sabíamos que enfrentar y aceptar lo que sentimos no sería sencillo - reconoció Moisés, su tono sereno a pesar de la gravedad del asunto.

-¿Vamos a estar bien? ¿Podremos mantener nuestra promesa de luchar por nuestro amor? -pregunté con inseguridad.

-No digas esas cosas, por supuesto que sí - susurró su voz llena de convicción, mientras sus dedos acariciaban suavemente mis mejillas, buscando calmar mis ansiedades.

Un suspiro escapó de mis labios antes de continuar.

-Todo cambiara drásticamente ya no podremos estar juntos de esta manera, no sería discreto, y no quiero causarte problemas -dije, desviando la mirada hacia el suelo.

Admitir eso me partió el corazón, porque en lo más profundo, deseaba lo opuesto. Aunque mis últimas palabras eran sinceras, no quería aumentar las complicaciones en la vida de Moisés.

-Entiendo, solo... por favor, recuerda la promesa que nos hicimos -declaró Moisés, su voz casi como un ruego cargado de esperanza.

Luché por contener las lágrimas que amenazaban con escapar. No podía estar con el hombre que amaba, y mi futuro estaba en manos ajenas. Aunque sabía que era una orden real, seguía sintiéndolo como una crueldad injusta.

-Naliah, mírame. Vamos a estar bien,¿entiendes? - insistió Moisés, buscando mis ojos con una determinación tierna.

Al levantar la vista, me encontré con sus ojos, esos ojos que tanto adoraba. Una sonrisa se dibujó en su rostro, y eso me dio un poco de consuelo. Finalmente, nos dimos un beso, un beso lleno de amor y preocupación, temiendo que pudiera ser el último.

 Finalmente, nos dimos un beso, un beso lleno de amor y preocupación, temiendo que pudiera ser el último

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𝑳𝑨𝑩𝒀𝑹𝑰𝑵𝑻𝑯-𝑴𝑶𝑰𝑺𝑬𝑺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora